sábado, 27 de diciembre de 2014

La actictud Cristiana hacia el pensamiento - en you tube -

LA ACTITUD CRISTIANA
 HACIA EL PENSAMIENTO
 
Es una desgracia que una religión con las posibilidades culturales del cristianismo, muestre una actitud tan poco amigable hacia el desarrollo mental. Por dos mil años el cristianismo ha fruncido el ceño ante el progreso intelectual, marcando con desdén a la mente como una creación falsa, con la cual “Su Majestad Satánica” espera entrampar a la raza humana. Aunque es cierto que la mente inferior (o animal) es una real amenaza, es mucho más evidente la verdad de que los resultados de una mente iluminada son factores indispensables para el desarrollo de la civilización.
Semejante a algunas otras religiones, el cristianismo, en su apelación, es distinta y primariamente emocional. Aunque la naturaleza espiritual se expresa a si misma en forma más adecuada por medio de la naturaleza emocional trasmutada, también sabemos que la emoción no regenerada y sin trasmutar, ha dado como resultado exceso de bestialidad y derramamientos de sangre como lo fueron la Inquisición española y la noche de San Bartolomé. La pasión, cuando es trasmutada en compasión, deviene una cualidad divina; pero, a menos que el estabilizador elemento de la mente se halla presente, generalmente es seguida del desequilibrio. La mente, el corazón y la mano son socios, y sólo cuando los tres cooperan es el soberano bien una realidad.
Por siglos, el cristianismo ha dado el anómalo espectáculo de perseguir a sus pensadores, y más tarde canonizar a aquellos mismos que quemara en la hoguera o destrozara en la rueda. El descendiente directo de tal persecución del intelecto por la religión es el moderno materialismo. Ya sin enemigos y segura de su poder, la ciencia ahora trata de destruir sus antiguos inquisidores; y sin verdadero entrenamiento filosófico o intelectual, el teólogo común es incapaz de competir con el entrenado pensador científico de hoy en día.
El cristianismo no es sólo una religión, sino también una filosofía. Bajo su complicado simbolismo está oculto un código de vida grande y universal, pero quienes han buscado ese código han sido perseguidos sin misericordia. Las doctrinas del cristianismo tienen sus raíces en los más antiguos sistemas filosóficos; y si quiere sobrevivir a los violentos ataques del materialismo, la iglesia debe comprender profundamente que su fuerza reside en su filosofía. El siglo veinte rechaza enfáticamente todo intento de que se le indique lo que debe creer. Demanda el privilegio de determinar por si mismo la forma que deberá tener su religión. Por siglos, el laico ha sido nutrido con especulaciones teológicas.
Para librarse de ese parásito enorme de falsas emociones impuestas sobre él, ha comprendido ahora, profundamente, el pensador cristiano, que debe rechazar esa carga de inconsistencia teológica. 
Es en vano el pretender construir una estructura duradera del pensamiento sobre la base de falsas nociones e inconsistentes dogmas. La mente debe, por lo tanto, reconstruir la estructura del pensamiento sobre un nuevo planteo básico. La mente es sólo un puente que une la ignorancia con el entendimiento, y a través del puente del intelecto, debe pasar el espíritu en su búsqueda de la verdad. La mente es un medio y nunca debe ser confundida con el fin. Sin embargo, debemos aceptar que es casi imposible para el hombre, en su estado actual, disociar su conciencia de su intelecto sin caer en el engaño o la inconsistencia. El cristianismo debería estimular el pensamiento. La religión no sólo debe convertir la personalidad (que es la fase más baja de la naturaleza humana), sino también, la individualidad, presentando a las facultades racionales un teorema racional sobre el origen y propósito de la vida.

Manly Palmer Hall – La Cultura de la Mente

en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=yAfld_X5Htk

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