miércoles, 11 de noviembre de 2015

El Nirvana: Culminación de la Extinción


SÉPTIMA PARTE 

EL NIRVANA: 
CULMINACIÓN DE LA EXTINCIÓN 

La mayoría de los occidentales que estudian la literatura de Oriente llegan a conclusiones erróneas en lo que se refiere a la doctrina oriental del Nirvana. Se lo ha interpretado como queriendo significar el fin de las cosas, pero no es este su significado intrínseco. 

El del destino final del alma humana es uno de los problemas acerca del cual poco es lo que en forma definida puede decirse. La mente humana parcialmente desarrollada como hasta al presente, es incapaz de pensar o siquiera de especular inteligentemente acerca de las finalidades últimas. A la mente le es filosóficamente imposible conjeturar con éxito o inteligencia fuera del dominio de lo conocido; por eso es que cuando creamos imágenes mentales acerca del futuro nos vemos obligados a pintarlas con los colores del presente. Cuando especulamos acerca de lo infinito debemos hacerlo en términos de lo finito, y así, nuestras especulaciones, en lugar de llevarnos a los dominios de lo infinito, lo único que hacen es traer lo abstracto dentro de la existencia limitada que corresponde a nuestra área de acción. 

El Nirvana, el fin de todos los comienzos, es la meta final del buddhista. Implica mucho mas que un cielo. Es una condición de absorción, un estado de eliminación de lo personal en el cual lo múltiple es reabsorbido en el Uno. Muchos arguyen que esta absorción final es contraria a la ley del eterno progreso y que hace de la vida algo inútil, pues se preguntan: ¿para qué se nos dio una inteligencia si finalmente hemos de perderla?, ¿por qué hemos de sufrir experiencias si luego la memoria, como facultad de recordarlas, habrá de ser destruida? Aún muchos buddhistas no comprenden cabalmente la doctrina del Nirvana, porque ella implica un estado tetradimensional de conciencia que no puede ser conceptualizado porque carece de análogos o paralelos. La doctrina puede expresarse como sigue: 

Después que cesa el giro de la Rueda de Nacimientos y Muertes, y la evolución lleva al espíritu del hombre hasta el punto en que absorbe en el Yo todo lo que el no yo pueda dar y extrae del mundo objetivo todas las lecciones de la existencia, queda libre del ciclo de la existencia, porque en la inherente naturaleza del espíritu no entra ninguna de aquellas facultades o funciones concretas que lo aferran a los planos, de la manifestación objetiva. El hombre es un complejo, y sus partes principales son el cuerpo y el espíritu. Gradualmente el cuerpo se va transmutando en cualidades anímicas, las que a su vez son absorbidas en la naturaleza espiritual. Cuando este proceso de transmutación se completa, el individuo deja aquellos planos de la Naturaleza que existen para quienes todavía se debaten en su naturaleza material, y se incorpora a los mundos de naturaleza espiritual. El espíritu es tetradimensional, interpenetrante, está en el centro de todas las cosas y es a la vez la suma de todas ellas; su centro no esta en parte alguna y su periferia en todas. El individuo desaparece como personalidad cuando sus cuerpos inferiores, que originan la ilusión de la existencia de una personalidad separada, son transmutados en cualidades del alma; y deja a su vez, de existir como individualidad cuando la mente es absorbida en la naturaleza espiritual. Si bien han desaparecido aquellas características por las cuales era posible reconocer tal individualidad, su naturaleza espiritual no es ni interferida ni perjudicada. Quienes han entrado en el Nirvana no han cesado de ser unidades de conciencia, pero a semejanza del universal espíritu en que moran, han expandido su conciencia a todo el ámbito espiritual, y como resultado de ello se unifican con el núcleo espiritual subyacente en  todas las criaturas. El espíritu que ha logrado tal grado de desarrollo no aparecerá ya más en el mundo como una personalidad. No tendrá discípulos , no predicará. Podríamos decir más bien, que predica a través de todos los seres, pues se manifiesta desde el núcleo de sustancia espiritual residente en todas las cosas, convirtiéndose en un poder benefactor en el universo y en una aspiración en el alma de cada cual. Por eso, continuará como un principio, y sus realizaciones se convierten en el anhelo de realización en la vida de todas las cosas. Tal ser ha alcanzado el aniquilamiento como hombre o como mujer, pero como un espíritu divino recién ha encontrado la oportunidad para un magno servicio. A menudo repetimos la frase de "el Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". Se enseña en Oriente que cuando uno de nuestros hermanos mayores alcanza el Nirvana y cesa como personalidad, deviene un gran impulso para la vida de todas las cosas; incrementando en cada criatura el poder de alcanzar lo que Ellos han alcanzado y la capacidad de cada alma dándole el fruto de su propio crecimiento espiritual. Por eso se dice que el espíritu muere para el mundo de los efectos al alcanzar el Buddhado y nace en el mundo de las causas, para formar parte integrante de aquel, gran océano de inmortalidad que llamamos espíritu, o gran océano de cristal ante el escaño de la Divinidad. 

La vida no cesa; el individuo pasa; así como la evolución enseña que el individuo alguna vez habrá de fragmentarse en un sistema solar hecho de millones de partes, al unificarse con la vida y el espíritu de cada una de esas partes, así también se enseña que en la consecución del Nirvana la personalidad es fragmentada en millones de partes que se convertirán en partes de la personalidad de la Naturaleza, pero que aún son una conciencia, así como Dios es uno pese a la existencia de millones de Sus Partes. Al alcanzar el Nirvana el espíritu llega a una etapa en que puede ser dividido en millones de partes y sin embargo seguir siendo uno. Tal es el Nirvana de Oriente: que el individuo participará de todas las cosas, que llegará a ser un estímulo interno para la realización del alma de todas las cosas, un impulso dentro de la naturaleza de las cosas, una voz clamando en el desierto del mundo, intercediendo, desde lo íntimo de quienes aún actúan en sus cuerpos inferiores, para que puedan unirse a aquella corriente ascendente que siguiendo el Sendero del Medio desemboca en la conciencia de la unidad al perder su ilusión de separatividad. 

El Nirvana, el final de todo cuanto tuvo un comienzo, es aquel punto en que el hombre se reunifica con el Yo, consciente con la conciencia del Yo, y consciente más allí del dominio del Yo.

 OM MANI PADME HUM. 

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Manly Hall – Las Enseñanzas del Glorioso Buddha 

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