domingo, 22 de abril de 2018

El abismo desconocido en YOU TUBE - SEPTIMA PARTE de El Castillo de Asélzion




EL ABISMO DESCONOCIDO

en you tube, desde aquí
 https://youtu.be/Ft5KP9d3dEY

Mi sueño fue tan profundo y tranquilo que no tengo idea de su duración; sin embargo, al despertar, sobrevínome una sensación del mas vivo y espantoso terror. Cada nervio de mi cuerpo parecía estar paralizado. No podía moverme ni gritar. Invisibles ligaduras, más fuertes que el fierro, manteníanme prisionera en mi cama, y solo podía mirar hacia arriba, horrorizada, cómo una víctima ante la cruel mirada de sus verdugos. Una figura elevada, corpulenta y vestida de negro, encontrabase a mi lado. Aun cuando no veía su rostro, experimentaba yo la sensación de que sus ojos me miraban inquisitivamente, de una manera fría, silenciosa, penetrante, como si me formularan alguna pregunta que se contestara por sí misma, sin palabras. Aquellos terribles ojos, penetrando en lo más recóndito de mi ser, hacíame el efecto de un cuchillo disector que cortaba cada pensamiento de mi cerebro y cada emoción de mi alma para exponerlos a la inspección exterior.
Las palpitaciones de mi corazón percutían insistentemente en mis oídos. Yo permanecía quieta, y procuraba ejercer control sobre mi angustiado espíritu. De pronto, experimenté una sensación de alivio cuando por fin observé que la misteriosa figura abandonaba su rígida actitud y me hacía señas de un modo lento e imperioso con un brazo extendido, desde el cual la fúnebre vestidura colgaba como densa nube.
Mecánicamente, obedeciendo al Ilamado, procure incorporarme en el lecho, lo que ahora pude hacer con facilidad, y me senté temblando, con la vista fija en aquella forma terrorífica que se alzaba sobre mí. En seguida, procurando mantenerme de pie, aunque de un modo vacilante, me preparé mudamente a seguirla hasta donde quisiera llevarme. Pusose en marcha, y yo la seguí, compelida por un secreto poder avasallador contra el cual no me atrevía a rebelarme. Muy luego, cruzó mi cerebro el vago pensamiento “Esta es la muerte que me llama lejos” ; pero a continuación de este pensamiento me sobrevino el recuerdo acerca de que, en conformidad con las enseñanzas que yo estaba recibiendo, no existe la Muerte, sino un fantasma imaginario a que damos este nombre.
Lenta y suavemente, con una indescriptible majestad en sus movimientos, la negra figura se deslizó delante de mí, y yo, sobrecogida de espanto, seguí sus pasos sin saber adonde. No hubo obstáculo en nuestra marcha; puertas, paredes y ventanas se fundían hasta convertirse en nada mientras pasábamos. De súbito, llegamos a una empinada y estrecha escalera de piedra de forma espiral que se elevaba en el centro mismo de un pináculo rocoso, el que, a su turno, alzaba su mas elevada cumbre en la obscuridad de un cielo tachonado de millones de estrellas. La siniestra figura se detuvo, y una vez mas sentí que me quemaba la interrogante luz de sus ojos invisibles. En seguida, como satisfecha con su breve inspección, principió a subir por la escalera espiral. Yo la seguí paso a paso. La ascensión fue larga y difícil; causábanme vértigos las continuas vueltas que parecían no tener fin. A veces tropezaba y casi me caía; a veces buscaba apoyo al tiento con manos y rodillas. Siempre se veía delante de mí la figura vestida de negro que avanzaba sin preocuparse, al parecer, acerca de si yo obedecía bien o mal a su llamado.
Y ahora, mientras trepaba, toda clase de extraños recuerdos principió a deslizarse por mi cerebro y a confundirme con preocupaciones e incertidumbre. Principalmente vinieron a mi memoria las crueldades, las crueldades practicadas por los seres humanos unos a otros, en especial las crueldades morales, que son mucho peores que cualquiera tortura física. Medité sobre los juicios errados que las gentes suelen emitir con relación a los hombres superiores; como, aún cuando procuramos hacer bien a otros, nuestras mas bondadosas acciones son meramente estimadas como diversas formas de egoísmo, de interés personal; como nuestros supuestos “mejores amigos” nos ocasionan daños y escuchan crédulamente cuentos inventados con el propósito de arruinar nuestra dignidad; como aún en el Amor, la más etérea y, no obstante, la mas poderosa de las pasiones, una ruda palabra, un inmerecido menosprecio, pueden separar por toda la vida a aquellos cuya unión pudo haber sido perfecta.
Y todavía el negro fantasma hacíame señas de que lo siguiese. Y todavía yo trepaba absorbida en mis pensamientos.
Luego principié a considerar que subiendo a una altura desconocida e invisible en medio de aquella profunda obscuridad estaba yo, después de todo, realizando algo mas sensato que vivir en el mundo con las costumbres del mundo que en su mayor parte son meramente hipócritas y encaminadas a sobrepasar y eclipsar a nuestros semejantes, costumbres de moda, de sociedad, de gobierno, que son nada más que transitorias; mientras que la eterna e invencible Naturaleza continúa su señalada ruta siempre con el mismo innato propósito,a saber, destruir el mal y conservar únicamente el bien.
Y el ser humano, el único autor del mal, único que se opone al Divino Orden, se engaña a sí mismo en la creencia de que el mal prosperará y de que su falcedad será aceptada como verdadera si puede fingir una cierta ostentación de fe religiosa para engañarse y engañar a sus semejantes en el plano ascendente de la Historia. El hombre, el autor, el inventor del pecado, ha inventado igualmente un dios especial para perdonarlo, pues no existe el pecado en el Universo natural. La Ley Divina no puede perdonar, porque es inviolable, y no soporta que sea violada sin castigo.
Así meditaba yo mientras seguía subiendo, con mis ojos fijos en la Figura, la que, habiendo alcanzado el término de la escalera espiral, comenzó lentamente a trepar el mas elevado pico del rocoso pináculo que se alzaba hacia las estrellas. Principió a soplar un viento helado. Con mis pies desnudos, ligeramente vestida con mi bata de noche y un blanco pañuelo de lana con que me había cubierto al dejar el cuarto para seguir al Fantasma, tiritaba más y más en aquella lobreguez, en aquella atmósfera de intenso y penetrante frío. Sin embargo, continuaba yo avanzando resueltamente.
De pronto, miré hacia atrás el camino recorrido. ¡La escalera espiral no existía; había desaparecido, y solo podía ver en todas direcciones el negro y vacío espacio!
Aquel extraño fenómeno me aterrorizó en tal forma que por un instante perdí el aliento, y víme obligada a detener mi ascensión. Inmediatamente observé que la Figura se volvió hacia mi con gesto amenazador, y parecióme que un segundo mas de vacilación bastaría para hacerme perder todo apoyo y resbalar hacia un profundo e insondable abismo. Haciendo un esfuerzo extraordinario, recobre el control de mi misma, y forcé a mis temblorosos miembros a obedecer mi voluntad, y así, poco a poco, reasumí mi marcha ascensional, sobrecogida por angustiosos temores y helada hasta el propio corazón.
Luego sentí un ruido atronador, como si olas enormes rompieran en amplias y profundas cavernas, formando ecos prolongados, solemnes, majestuosos.
El espectro detuvo su marcha. El lúgubre ropaje que lo cubría mostraba ahora un contorno de brillante luz. Impulsada por una súbita esperanza, avancé por aquel difícil sendero hasta colocarme al lado de mi extraño conductor. Arriba de mí, el cielo cubierto de estrellas; abajo, un obscuro abismo profundo del que se levantaba el formidable y turbulento ruido de un mar agitado. Allí permanecí estática, temerosa de moverme; un paso en falso podría llevarme a mi total destrucción. Sentirme inclinada a buscar apoyo tomándome de la nebulosa vestimenta del Espectro; pero en ese mismo instante volvió hacia mí su velada cabeza, y me dijo en tono lento, profundo e infinitamente suave:
«¡Hasta aquí; y aun no bastante lejos!
¿Hasta qué fin te aventurarías en obsequio del amor?»
«Hasta ningún fin, sea el que fuere», contesté con valentía, «sino por toda la Eternidad!».
Nuevamente el obscuro ropaje del Fantasma apareció iluminado.
"¿Que harías por el Amor?", me preguntó.
«¿,Soportarías todos los sufrimientos, todas las incomprensiones, todos los engaños y todas las crueldades, manteniendo, no obstante, tu alma iluminada con la llama de la fe? ¿Escalarías los cielos para lanzarte al mas profundo infierno en obsequio del ser a quien amas, sabedora de que tu amor lo identificaría contigo el día prefijado por la voluntad Divina?».
Miré a la extraña Figura, procurando inútilmente ver su rostro.
«Haría todo eso», respondí. "Todo lo que mi alma pueda sufrir mortal e inmortalmente lo soportare en obsequio del amor!".
Otra vez brillo la luz en la negra vestidura del Fantasma. En seguida exclamó rudamente, en tono de siniestra advertencia:
<¿Tu amante es falso. Ha pasado a otra esfera de la existencia eterna, y no lo encontraras
durante varios períodos de tiempo! ¿Crees esto que te digo?».
Una helada agonía oprimió mi pecho; sin embargo, no quise ceder a ella, y contesté resueltamente:
«¡Nó! ¡No lo creo! ;No ha podido morir sin mi conocimiento, y sin que yo sienta separarse su alma de la mía!».
Hubo una pausa durante la cual sólo se oía el rumor del invisible mar debajo de nosotros. En seguida continuó la voz:
«¡Tu amante es falso! Su amor por ti fue un capricho pasajero; ya se arrepiente, ya se cansa de pensar en ti! No te ama! ¿Lo crees?».
Sin pensar un instante, contesté sin vacilar:
«¡No! ¡Porque si no me ama su Espíritu miente, y ningún Espíritu puede mentir!».
Sobrevino otra pausa. Luego preguntó la voz:
«¿Crees verdaderamente en Dios, tu Creador, el Autor del Cielo y de la tierra?». 
Levantando hacia el estrellado cielo una mirada de esperanza y de súplica, respondí con vehemencia:
«¡Creo en El con toda mi alma!».
Después de un expectante silencio, la voz habló una vez más:
"¿Crees en el amor, el generador de la Vida, la Causa motriz y el Espíritu de todas las cosas creadas?".
Nuevamente respondí:
«Con toda mi alma».
La Figura se inclinó ligeramente hacia mí, y la luz ilumino sus negros vestidos de un modo mas definido y brillante. Luego un brazo y su correspondiente mano, que resplandecía como viva llama, fue apareciendo de entre su obscura indumentaria, y, después de extenderse con lentitud, indico fijamente hacia el pavoroso abismo.
«¡Si tu amor es tan grande exclamó, -si tu fe es tan profunda; si tu confianza en Dios es tan firme y perfecta, desciende hacia allá!».
Sin dar crédito a mis propios oídos, mire a mi amortajado interlocutor, y en especial el brazo que imperativamente señalaba la destrucción de mi cuerpo mortal. Por un momento, sentirme sobrecogida de terror y sin saber que hacer. ¿Era esta espantosa sugestión una prueba o una tentación? ¿Debería yo obedecer?
Procuré recobrar en lo posible mi tranquilidad, reunir todas mis fuerzas, asegurarme de mi propia voluntad y hacerme responsable de mis propios actos. Todo lo que era puramente mortal en mi temblaba al margen de lo desconocido. Una mirada hacia arriba descubría un suave, apacible y purísimo cielo tachonado de millones de estrellas; una terrorífica mirada hacia abajo, perdiase en la profunda obscuridad de donde emergía la atronadora turbulencia de un rugiente mar! Junté mis manos en actitud de suplicante desesperación, y mire una vez más al majestuoso y solemne Espectro.
«¡Si tu amor es tan grande!», repitió en tono lento e impresionante, «Sí tu fe es tan profunda! ¡Si tu confianza en Dios es tan firme y perfecta!».
Sobrevino un momento de intensa quietud, un momento en que la vida pareció alejarse de mi ser.
En mi desesperada angustia, un sollozo se escapó inconscientemente de mis labios, y mis ojos llenáronse de ardientes lágrimas.
En actitud de súplica, me volví una vez mas hacia la rígida Figura cuya mano indicaba todavía hacia abajo, y me pareció oír nuevamente las palabras:
«¡Si tu amor es tan grande! ¡Si tu fe es tan profunda! ¡Si tu confianza en Dios es tan firme y perfecta!».
En seguida recobré repentinamente la tranquilidad de mi alma, cimiento efectivo de mi actual existencia, y, manteniéndome firme en ese piano de fuerza imperecedera, tome una inmediata resolución.
«¡Nada puede destruirme!», me dije a mí misma. ¡Nada puede dar muerte a la parte inmortal de mi existencia, y nada puede separar mi alma del alma de mi amado! ¡Ni en toda la tierra ni en todo el Cielo hay motivo alguno de temor!
Sin vacilar más, cerré mis ojos. Luego, extendiendo mis brazos y con las manos juntas, me arrojé hacia adelante para sumergirme en la obscuridad. ¡Abajo, abajo; siempre abajo!. y vi el mar a mis pies, una gran masa de agua turbulenta, salpicada de blanca espuma.
«¡El cambio que llaman muerte, pero que es la Vida!».
Este fue el único pensamiento que de un modo claro atravesó como relámpago mi cerebro mientras me deslizaba rápidamente hacia el desierto mar.
Mi última impresión fue de total obscuridad y absoluto silencio.
Una delicada y tibia luz como el resplandor de rayos solares a través de un cristal; un ambiente de fragantes rosas; un armonioso sonido musical semejante al del arpa: a todas estas sensaciones fui despertada gradualmente mediante una suave presión en mis sienes. Mire hacia arriba, y proferí un profundo suspiro de éxtasis que alivió mi corazón. ¡Era el propio Asélzion quien estaba inclinado junto a mí, Asélzion cuyos graves ojos azules mirábanme con viva e impaciente solicitud! Yo le sonreí en respuesta a su muda pregunta acerca de cómo me sentía, y hubiérame levantado, pero me significó imperiosamente que permaneciese quieta.
"¡Descansa!", díjome en voz baja y tierna. "¡Descansa, pobre niña! Has conseguido más de lo necesario!".
Otro suspiro de perfecta felicidad se escapó de mis labios, y estiré perezosamente mis brazos como quien acaba de pasar por un estado de larga y calmante somnolencia. Mis sensaciones eran ahora exquisitas en grado sumo; una fresca y radiante vida parecía circular por mis venas. El cuarto en que me encontraba era nuevo para mi.
El hermoso colorido de su interior, y la profusión de fragantes flores que lo adornaban, hacíanme la impresión de encontrarme en un relicario, por decirlo así, ubicado en el centro de un pequeño templo de belleza. No sentía deseos ni de moverme ni de hablar. Toda preocupación, toda dificultad, había desaparecido de mi espíritu, y yo miré a Asélzion como soñando, mientras acercaba una silla para sentarse al lado de mi lecho. En seguida, tomándome una mano, examinó mi pulso con un aire de suma atención.
Sonreí nuevamente.
"¿Todavía late mi corazón?", pregunté, recuperando mi facultad de hablar. "Con seguridad se ha ahogado en el mar".
Manteniendo aún tomada mi mano, miróme Asélzion con fijeza.
"Ni el miedo por las aguas tormentosas ha podido extinguir el amor", dijo suavemente.
"Querida niña, tú has comprobado esa verdad».
Incorporándome en mi lecho, estudie su grave rostro con viva atención.
"Decidme", murmuré, "¿he fracasado?".
Asélzion apretó ligeramente mi mano como para envalentonarme.
«Nó,» respondió."Casi has triunfado del todo".
¡Casi, Únicamente "casi"! Muy asombrada, recosteme otra vez en el lecho. Asélzion permanecía a mi lado en absoluto silencio. Después de un breve instante, la tensión del suspenso llegó a ser insoportable.
«¿Cómo he escapado?», pregunté, -¿Quién me salvo en mi caída?»
Asélzion sonrió gravemente.
"De nada has tenido que escapar", contestó. «Y nadie te ha salvado porque no has estado en peIigro».
«¡No en peligro!» exclamé con asombro.
"iNó, excepto de ti misma!"
Yo lo mire Ilena de terror. El, por su parte, me dirigió una bondadosa y tranquilizadora mirada.
«¡Ten paciencia!, dijo en tono suave. «Todo te sera explicado a su debido tiempo. Mientras tanto, este cuarto es tuyo por el resto de tu permanencia aquí, que ahora no sera de larga duración. He ordenado traer tu equipaje desde el cuarto de prueba en la torre, de manera que no serás molestada nuevamente por sus escénicas transformaciones». Aquí sonrió una vez más.
«Te dejaré a fin de que disipes los terrores porque has pasado con tanta valentía.Descansa y tranquilízate enteramente, pues nada mas tienes que temer. Cuando lo hayas conseguido, toca esto», e indicó una campanilla; «oiré el llamado y vendré inmediatamente».
Antes de que yo pudiera decir una palabra, retiróse Asélzion y me dejó sola.
Me levanté del lecho, y la primera impresión que tuve fue la de una singular quietud de espíritu y agilidad corporal, una sensación de fuerza y bienestar que resultaba en realidad deliciosa más allá de toda expresión. La apacible belleza de aquel cuarto producíame un verdadero encanto.
Las ventanas estaban provistas de rosados cortinajes de seda. Al abrir una de ellas, mi vista se recreó ante un balcón de mármol cubierto de rosas trepadoras. Este, a su turno, dejaba ver una exquisita perspectiva de hermosos jardines y de un azulado y tranquilo mar. Anexo a aquel lujoso departamento había un igualmente lujoso cuarto de baño, provisto de todas las comodidades concebibles. El baño era de mármol, y el agua bullía de su centro como una fuente natural, chispeando al aparecer en la superficie. Mis vestidos, libros y demás objetos de mi pertenencia encontrábanse dispuestos con cuidado, y en forma de que yo pudiera fácilmente alcanzarlos, y con gran júbilo vi que el libro «El Secreto de la Vida», que imaginaba haber perdido en mi última peligrosa aventura, estaba sobre una pequeña mesa, como tesoro colocado aparte.
Me bañe y vestí con prontitud, sin darme tiempo para pensar en ningún punto extraño o confuso de mis aventuras, sino entregándome a la dicha de una nueva y feliz vida. Un espejo colocado en la pared mostraba mi propio rostro, placentero y radiante; mis ojos, brillantes y sonrientes. Ninguna preocupación parecía haber dejado huellas en mis facciones, y sentíame poseedora de una vigorosa y perfecta salud.
Luego estuve lista para recibir a Asélzion, y toqué la campanilla que el había indicado como señal. En seguida me senté al lado de la ventana, a fin de contemplar la hermosa perspectiva que se extendía delante de mí. ¡Que esplendoroso es el mundo!, pensaba yo, ¡cuan lleno de perfecta belleza!. El cielo azul que a lo lejos se confundía con el mar; los tiernos matices de las rosas trepadoras que se destacaban de entre el verde follaje; la agradable y viva luz que, como polvo de oro, filtraba a través del aire ¿no eran todas estas maravillas motivo suficiente para dar gracias al Ser Supremo?
iY puede haber desdicha efectiva mientras nuestra alma se encuentre en consonancia con la perfecta armonía de la Creación?
Habiendo sentido pasos detrás de mí, púseme de pie, y con placentera sonrisa extendí mis manos a Asélzion, quien acababa de entrar. El las tomó en las suyas y las presionó con suavidad. En seguida, acercó una silla y sentóse al frente mío. Su rostro expresaba cierta gravedad, y, al dirigirme la palabra, lo hizo de un modo lento y suave.
"iTengo mucho que decirte!", exclamó; «pero seré tan breve como pueda. Has venido aquí a experimentar ciertas pruebas psíquicas, y has pasado por ellas con todo éxito; por todas, excepto la última. Sobre esto hablaremos mas adelante. Por ahora, estas bajo la impresión de haber pasado por ciertos episodios de mas o menos penosa e intrincada naturaleza. Así ha sido; pero no en la forma que tu piensas. Nada absoIutamente te ha ocurrido, salvo en tu espíritu.
Tus aventuras han sido de una naturaleza exclusivamente mental: la acción de varios cerebros que operaban con el tuyo, y te compelian a ver y oír lo que ellos deseaban. ¡Vamos; no te alarmes tanto!», exclamó al observar que yo me ponía de pie y profería una interjección involuntaria. «Te explicare todo claramente, y pronto lo entenderás».
Hizo una pausa, y yo tome asiento otra vez al lado de la ventana, muy sorprendida, en maravillada expectación.
«En este mundo», continuó con lentitud, «ni el clima, ni el natural ambiente afectan tanto al hombre como las influencias que sobre el ejercen sus semejantes. En realidad, los seres humanos viven rodeados por ondas de pensamientos que fluyen de sus propios cerebros y de los cerebros de aquellos que los rodean; y esta es la razón por qué si ellos no son suficientemente fuertes para encontrar y mantener el equilibrio de sus almas, son influenciados por costumbres y maneras de pensar que jamás habrían sido suyas si hubieran podido mantener intacto el ejercicio de la propia voluntad. Si un alma puede resistir las Impresiones ejercidas sobre ella por fuerzas extrañas; si puede permanecer sola, libre de obstáculos, ante la luz de la Divina Imagen y únicamente entonces habrá adquirido el dominio sobre todas las cosas. Pero conseguir esta situación es tan difícil que, por regla general, resulta imposible.
Las influencias extrañas se dejan sentir por todas partes en torno nuestro; hombres y mujeres con grandes y nobles propósitos en la vida son obligados a desistir de sus intenciones mediante la desalentadora influencia que sobre ellos ejercen sus amigos; valientes empresas son obstaculizadas por la sugestión de temores que en realidad no existen, y el diario derroche y pérdida de fuerza psíquica que se efectúa por la acción disturbadora de las ondas cerebrales de los demás, bastaría para convertir el mundo en un perfecto Paraíso si fuesen encaminadas a este fin>.
Asélzion detúvose un momento; luego, mirándome fijamente, continuó:
«Es innecesario decirte que tú has vivido antes en este planeta, y que en varias ocasiones
has sido puesta en relación con la otra predestinada mitad de ti misma, esa Alma de Amor que, después de buscarla ciegamente, has rechazado al encontrarla, no por acto propio, sino simplemente a causa de haber cedido a las influencias ejercitadas sobre ti. Ahora, en esta faz posterior de tu existencia, se te ha presentado otra ocasión, otra oportunidad. Es muy posible que si no hubieras venido a mi, hubieras perdido una vez mas tu eterna dicha, y ha sido esta consideración la que me ha hecho escribirte, aun contrariando las reglas de nuestra Orden. Tu prueba habría sido más larga si no hubieras realizado por ti misma el atrevido avance al entrar en nuestra capilla. El brillo de la Cruz y Estrella te condujo, y tu alma obedeció a la atracción de su principio fundamental. Si te hubieras opuesto a su designio mediante dudas y temores, tu aprendizaje habríase retardado por mayor tiempo. Pero diste el primer paso con extraordinaria valentía; lo demás es comparativamente fácil>.
Detuvose de nuevo, y en seguida prosiguió:
"Ya te he dicho que te encuentras bajo la impresión de haber pasado por ciertas aventuras o episodios que en cierto modo te han aturdido y acongojado. Estas cosas no han existido, salvo en tu espíritu. Cuando te conduje a tu cuarto en la torre, te sometí a mi influencia y a la de otros cuatro cerebros que actuaban en conjunción con el mío. Tomamos entera posesión de tu mentalidad. La prueba consistía en ver si tu alma podía mantenerse firme y vencer nuestras sugestiones. A primera vista, podrás creer que hemos recurrido a un mero juego para nuestro exclusivo entretenimiento; pero no es así. Hemos procurado sencillamente poner en práctica la mas poderosa lección en la vida, a saber, LA RESISTENCIA Y CONQUISTA DE LAS INFLUENCIAS EXTRAÑAS, que constituyen las fuerzas mas perturbadoras y enervantes con que tenemos que luchar».
Principie a comprender con claridad la enseñanza de Asélzion, de manera que yo seguía escuchando sus palabras con viva y creciente atención.
«Te basta mirar a tu alrededor en el mundo», continuó, <para comprender la verdad de mi aserto. Diariamente puedes encontrar alguna alma cuyo poder de triunfo en la vida seria extraordinario si no fuera por las influencias restrictivas ante las cuales ella se deja arrastrar y sucumbir.
¡Cuan a menudo oyes decir de un hombre o de una mujer de brillante genio que se torna incompetente a causa de las influencias adversas que reciben de los demás,
¡Considera los miles de hombres erróneamente casados, cuyas propias mujeres e hijos matan en ellos todo sentimiento de triunfo o de noble ambición! .Considera los miles de mujeres a quienes se induce a unirse con hombres cuya deficiente estimación por ellas Ias degrada hasta un nivel desde el cual les es casi imposible levantarse! Esta es la obra de las influencias, corrientes magnéticas de otros cerebros que, ejerciendo su maléfica acción sobre el nuestro, ocasionan la mitad de los daños y tribulaciones del mundo. ¡Ni una alma en cien mil tiene fuerza o valor para resistirlas! El hombre acostumbrado a vivir con su esposa quien, sin hacerle ningún otro daño, simplemente mata su genio, por el mero hecho de su contacto diario, no hará esfuerzo para levantarse de la apatía que le ocasiona su influencia, sino que caerá en pasiva inacción. La mujer unida a un hombre que insiste en considerarla inferior a si mismo, llega a convertirse en una mera máquina doméstica, sin mayores designios que los relativos al orden y mane jo de los asuntos caseros. El amor, la milagrosa piedra angular de la existencia eterna, es arrojado fuera del círculo de la Vida en términos que la vida misma se causa de su presente estado, y se apresura a buscar otro estado de existencia mas conforme con su propia naturaleza.
De ahí procede lo que llamamos vejez, y lo que llamamos muerte>.
Iba yo a interrumpirle con una impaciente pregunta; pero un ademán suyo me significó que guardara silencio.
«Tu destino», continuo, «dentro de una norma psíquica, que es la única actitud necesaria porque es la única actitud eterna, es el de que seas puesta en comunicación con la otra mitad de tu ser espiritual e inmortal, lo que significa la posesión de un perfecto amor y de una perfecta vida. Y porque este es un don tan grande y tan enteramente Divino, se juntan las influencias opositoras a fin de que el alma pueda hacer su elección VOLUNTARIAMENTE.
Por lo tanto, cuando yo y los otros hermanos cuyos cerebros actuaban con el mio te pusimos bajo nuestro poder, te impresionamos con las ideas que mas influyen en el espíritu femenino: dudas, celos, sospechas y todos los temores que estas desgraciadas emociones engendran. Te sugerimos las ideas de traición y muerte de Rafael Santóris; imaginaste oír voces proferidas detrás de una pared; pero no eran voces, sino únicamente una mera insinuación de voces en tu espíritu. Viste extraños fantasmas y sombras que no existían, y que te sugerimos nada mas que para presentarlos ante tu visión mental. Vagaste por lugares desconocidos, así te lo imaginaste; pero, en realidad, jamás abandonaste tu cuarto!».
«¡Jamas abandoné mi cuarto!», exclamé, «i Oh, eso no puede ser!»
"¡Puede ser porque es!», replico Asélzion, sonriendo con gravedad. «Lo único REAL en tu experiencia fue haber encontrado el libro «El Secreto de la Vida», en el relicario color púrpura. Aquí esta», y lo tomó de sobre la mesa en que se encontraba, «y si lo hubieras hojeado un poco mas adelante, hubieras encontrado esto , y leyó en voz alta:
«Toda acción es el resultado material del pensamiento. Toda pena es el resultado de pensar en cosas tristes. Toda enfermedad es la consecuencia de pensar en cosas débiles o decrépitas. Cada emoción es el resultado del correcto o errado pensamiento, con una sola excepción : el amor. El amor, si bien se considera, no es una emoción sino un principio, y, como generador de la vida, invade todas las cosas, y es el todo en la Creación. El pensamiento, obrando dentro de este principio, crea las cosas bellas y eternas. El pensamiento que obra fuera de este principio, crea ideas de temor, duda, confusión y exterminio. ¡El amor es el único secreto de la vida; el único elixir de la juventud, y la única fuente de la Inmortalidad!"
Asélzion pronunció las últimas palabras con suave e impresionante énfasis, y, mientras lo escuchaba, sentíase mi espíritu poseído de una dulce y apacible tranquilidad.
"Yo, o mejor dicho nosotros, porque cuatro de mis hermanos estaban profundamente interesados por ti en virtud del coraje que habías demostrado, recondujimos al mas alto grado de resistencia en cuanto a terrores mentales. y, con gran placer nuestro, encontramos tu alma bastante fuerte para sobreponerse a la última sugestión de la muerte misma. Te mantuviste en la firme convicción de que la muerte no existe, y, con esta certidumbre espiritual, todo lo aventuraste por el amor. Ya te hemos libertado de nuestra fascinación, agregó dirigiéndome una mirada llena de bondad, «y necesito ahora saber si te das cuenta ampliamente de la importancia de la lección que te hemos enseñado».
"Creo que si", replique fijando mis ojos en su investigadora mirada. "¿Queréis decir que yo debo permanecer sola?"
«¡Sola, pero no sola!, contestó, y su hermoso rostro se transfiguró en luz emanada de su propio e intenso sentimiento y autoridad. «¡Sola con el Amor!, lo que equivale a decir sola con Dios, y, por lo tanto, rodeada por todas las cosas divinas, revivificantes y eternas. Volverás desde este lugar al mundo de los convencionalismos, y encontraras un millón de influencias que procurarán desviarte de la senda que has escogido. Opiniones, censuras, calumnias y torcidas incomprensiones se aprestarán contra ti, como enemigos en pie de guerra. Si les hablas de tus investigaciones acerca de la vida, de la juventud y del amor, y de las pruebas a que aquí te hemos sometido, serás blanco de sus burlas y menosprecio. Si dices una palabra de tu amor con Rafael Santóris, miles de esfuerzos se pondrán en acción instantáneamente a fin de separaros y destruir la felicidad que habéis ganado. ¿Como soportaras esta prueba? ¿Cual sera el procedimiento que adoptes?»
Yo medité un instante, y en seguida contesté:
<El mismo que he procurado practicar aquí: dar crédito únicamente a las informaciones bien intencionadas; no a las falsas».
Asélzion me miró inquisitivamente.
"Recuerda", prosiguió, "cuanta fuerza encierra en si una tempestad de opiniones. Los mas fieros huracanes que derriban vigorosos arboles y destruyen las habitaciones de los hombres, son un mero susurro comparados con la furia de los espíritus humanos dispuestos a aniquilar un alma que desea elevarse a planos superiores de la existencia. Piensa en las abominables maquinaciones que los faltos de amor traman contra quienes han conseguido la paz de sus conciencias. Todo esto tendrás que soportar, porque el mundo es envidioso; y aun la amistad decae, se desconcierta y se torna celosa ante una mas elevada e irresistible virtud".
Yo proferí un ligero suspiro.
«Tengo pocas amistades», dije, "Ciertamente ninguna que se haya preocupado en conocer la parte espiritual de mi existencia. Casi todas ellas se contentan con ser mis amigos o amigas si yo adopto SUS costumbres; si elijo una propia norma de conducta, su amistad llega a ser para mi una mera desavenencia. Pero hablo de elegir una norma propia. ¿Como puedo elegirla desde luego? ¿No habéis dicho que mi prueba aun no ha concluido?"
"Concluirá esta noche " y tengo absoluta esperanza de que pasaras por ella resueltamente.
"¿Has tenido noticias de Santóris?"
La pregunta me causó un pequeño estremecimiento de sorpresa.
"¿Noticias de el?" No, repliqué. "Jamás me sugirió la idea de escribirme."
Asélzion se sonrió.
«Se encuentra demasiado cerca de ti para necesitar otra clase de correspondencia», contestó. «Esta sano y salvo», Ninguna desgracia le ha sobrevenido».
«Gracias a Dios», murmuró. «Y si ..»
"Si el ya no te ama", continuó Asélzion; «si ha incurrido en un error de selección» como dirían los hombres de ciencia, y si aun no esta seguro de su predestinada compañera cuyo amor ha de elevarlo a la mas alta realización de sus anhelos, ¿que entonces...?».
"Entonces debo someterme a mi destino», contesté con lentitud. «¡Puedo esperar aun durante otros mil años!"
Produjose un silencio durante el cual sentí sobre mi los ojos de Asélzion. En seguida continuó en tono mas suave:
«Hablemos por ahora de lo que el mundo designa con el nombre de milagro. Creo que ya justamente te encuentras consciente de perfecta salud, y de un efectivo placer por el mero hecho de vivir. ¿No es así?
Sonriendo, incliné mi cabeza en señal de asentimiento.
«Entendido entonces», prosiguió, «que mientras mantengas el control de tus fuerzas vitales mediante el poder del espíritu, esta perfecta salud y este efectivo placer continuaran. Y mas que esto: cada cosa en la Naturaleza te ayudara a este fin. Te bastará ordenar a tus servidores, y ellos te obedecerán. Pide el sol su calor y su brillo, y te los concederán con prontitud. Pide a la tempestad, al viento, a la lluvia, sus poderes de pasión, y te los otorgarán. Pide a la rosa su fragancia y su color, y su propia esencia se infiltrara en tu sangre. Todo lo que busques te sera concedido. Ensaya tus potencias ahora mismo».
Al decir estas ultimas palabras, púsose de pie y abrió un poco la ventana. En seguida, me indicó que saliera al balcón. «Aquí hay rosas que trepan en su forma acostumbrada», dijo. "Inclínalas hacia ti por un simple esfuerzo de voluntad".
Muy confundida y asombrada, mire fijamente a Asélzion quien, con ademán imperativo, repitió:
"Por un simple esfuerzo de voluntad". Yo obedecí. Levantando mis ojos a las rosas que trepaban hacia arriba y alrededor del balcón, les ordene mentalmente que se volvieran hacia mí. El efecto fue instantáneo. Como impulsadas por el sóplo de una suave brisa, todas ellas se inclinaron, y algunas pusieronse en contacto con mis manos.
"Los ignorantes podrían creer que se trata de un milagro», continuo Asézion; <pero lo que acabas de ver no es otra cosa que la fuerza psíquica de los magnéticos rayos de luz que hay dentro de tu ser, los cuales, concentrados por un solo esfuerzo, compelen a las rosas a obedecer tu voluntad. En esto no ha habido mas milagro que el del conocido imán que durante siglos ha estado procurando inútilmente enseñarnos lecciones acerca de nuestras propias fuerzas vitales. Ahora, relaja tu voluntad».
Así lo hice, y las rosas, muy suavemente, tomaron su primitiva posición.
«Esta ha sido una lección objetiva para ti», dijo Asélzion, sonriendo. «Debes comprender que ya te encuentras en una situación espiritual que te permite manejar cada cosa tan fácilmente como has manejado esas flores. Tu puedes atraer los gérmenes de la salud y de la vida, y mezclarlos y confundirlos con tu sangre, o puedes de igual manera atraer los gérmenes de enfermedad y desintegración. De la luz solar puedes extraer nuevo combustible para tu cerebro y para tus nervios; del aire, el sustento complementario que necesites; de las cosas bellas, su belleza; de las cosas sábias, su sabiduría; de las cosas poderosas, su fuerza. Nada es capaz de resistir la energía que irradia tu propio ser si recuerdas COMO emplearía. En cada acto, esa energía debe ser concentrada en un punto determinado, sin dispersarla ni perturbarla.
Mientras mas se ejercite, mas poderosa y mas subyugadora llega a ser. Pero jamas olvides que esa energía debe ser puesta en práctica dentro del creativo principio del amor, no fuera de el".
Sentéme absorta y casi abismada. "¿Y esta noche?", pregunte con suavidad.
Asélzion se levantó de su silla, y mantúvose un instante de pie, mostrando su elevada y majestuosa figura. Luego replico, dirigiéndome una mirada de compasiva benevolencia:
«Esta noche mandaremos en tu busca. Te presentarás ante los hermanos como quien ha experimentado la misma prueba mental por que ellos están pasando. Seras sometida al ultimo terror. No creo que retrocederás ante el; espero que no. Deseo ardientemente que conserves tu coraje hasta el fin".
Me aventuré a tocar su mano. "Y después"? pregunté:
"Después", contesto sonriendo, "la vida con todos sus secretos, y el amor, estarán contigo"

del libro el Castillo de Asélzion
Marie Corelli

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