martes, 26 de enero de 2016

Estar En Silencio

 Estar En Silencio

Silencio17
Continuando con los estudios sobre el desarrollo personal; anexo a la presente se comparte interesante exposición sobre Estar En Silencio, deThe Tehosophist, Noviembre 2015, quienes sucintamente nos señala lo siguiente:



2.- Para alcanzar el total Silencio (Interior y exterior); conscientemente se debe emplear lamente como puente con el objeto, de que se manifieste la luz del Espíritu Humano o el Alma por entre la personalidad. Pues únicamente con la fuerza espiritual es como se lograría silenciar la mente; y a la vez, Estar En Silencio.

3.- Con el total Silencio, poder conectarse con el Universo y conscientemente ser uno con todos y con el TODO.

Cordiales saludos:

Jorge E. Morales H.

PD: Todas las palabras subrayadas tienen su vínculo aclaratorio en Web. Si buscas espacio seguro y amplio en la NUBE; para guardar, manejar, ver y utilizar en cualquier parte fotos, videos y archivos personales, se recomienda encontrarlo en los siguientes sitios: 123 y 4.

HUMILLACIÓN

Budista01
Una noche, mientras Kinh llevaba a cabo unos remiendos, Thien Si estaba cerca de ella, estudiando. Era muy entrada la noche, pero había seguido leyendo, y acabó por dormirse junto a su esposa. Mientras lo observaba, Kinh vio cómo algunos pelos de su barba crecían en dirección contraria al resto. Con la intención de arreglarlo, alzó las tijeras de coser. Por desgracia, Thien Si despertó justo en ese momento y, con la mente aún confundida y medio embotado por el sueño, vio a Kinh acercar las afiladas tijeras hacia su cuello y creyó que se disponía a matarlo. Aterrado, gritó pidiendo ayuda. Sus padres, aún despiertos en el dormitorio contiguo, acudieron a la carrera.

—¿Qué sucede? —gritaron.
Thien Si relató cómo al despertar vio las tijeras junto a su cuello. La ira de sus padres no tardó en estallar. Acusaron a Kinh de intentar matar a su marido, y se negaron de plano a escuchar sus súplicas reclamando justicia.
—¡Por todos los demonios! ¿Por qué hemos traído este incordio a la familia? Es una nuera descarada, coqueta, lasciva, una mujer perversa que pretende asesinar a su marido para estar con otro hombre! —gritó la anciana.
Kinh se volvió hacia su marido, suplicándole fervientemente que rebatiera las falsas acusaciones de sus padres. Pero Thien Si, abrumado por un estado de trauma absoluto, fue incapaz de decir nada. Rompió a llorar como un hombre que ha perdido la cordura. Thien Si era incapaz de controlar la situación. Se quedó inmóvil, como una víctima miserable, totalmente incapaz de la menor respuesta. A la mañana siguiente, los padres de Thien Si enviaron a un criado para hacer venir a los padres de Kinh. Realmente estaban furiosos.
Budista02
—No queremos a vuestra hija en nuestra familia. Por suerte, Thien Si despertó a tiempo o habría perdido la vida. Las jóvenes de hoy son tan engañosas... Su apariencia exterior parece amable y bondadosa, pero en su interior son hostiles y maliciosas. ¡Quién sabe, a lo mejor se ha enamorado de otro joven! Os la devolvemos. Nuestra familia no tiene la suficiente «buena fortuna» como para mantener esta carga por más tiempo. Los padres de Kinh observaron a su hija. Sólo entonces Kinh Tam tuvo la oportunidad de explicar lo que había ocurrido. Su voz era firme y llena de respeto. El padre de Kinh se volvió hacia los padres de Thien Si y dijo:

—No soy capaz de imaginarme que mi hija sea una asesina. Los dos la habéis acusado injustamente. Nuestra hija es la más bondadosa de las personas. La madre de Thien Si frunció los labios, negándose a creer en la explicación de Kinh, e insistió en que la joven abandonara su casa. La madre de Kinh instó dulcemente a su hija:
—¡Has cometido un estúpido error! Inclínate ante tus suegros y tu marido y pide su perdón. Kinh se negó.
—No he hecho nada estúpido —respondió cortésmente—. Sólo quería recortar los pelos rebeldes de la barba de mi marido. No tenía intención de matar a nadie. Si hubiera cometido una falta, me apresuraría a hacer una reverencia y excusarme. Pero sé con toda certeza que no he hecho nada malo, por lo tanto no puedo hacer lo que me pides. Y así fue como Kinh regresó a casa de sus padres. Al marcharse, no hizo una profunda reverencia, sólo inclinó levemente la cabeza hacia todos los presentes. Thien Si permaneció en silencio como una estatua, y no mostró reacción alguna. Kinh sabía que sus padres estaban descontentos, no sólo por el abrupto final de su vida matrimonial, sino también por el escándalo ocasionado. Personalmente, Kinh no se sentía muy triste. 
Budista03
Tampoco sentía ira hacia Thien Si o sus padres, sino que estaba más bien desencantada por la forma en que la gente interactuaba habitualmente. Al parecer, las personas siempre permitían que la envidia, la tristeza, la ira o el orgullo determinaran su comportamiento. Los malentendidos y las percepciones erróneas respecto a los demás provocaban un gran sufrimiento. En su vida de casada, durante el último año, Kinh había experimentado sólo unos pocos momentos de alegría y muchos de dificultad. Thien Si realmente no sabía cómo vivir su vida. Sólo pensaba en los exámenes y en convertirse en funcionario del gobierno. No sabía valorar el don de vivir con sus seres queridos. Para él, la literatura y los estudios académicos sólo eran medios para medrar en la sociedad y no fuentes de felicidad vital en sí mismos. En muchas ocasiones Kinh había iniciado conversaciones centradas en la literatura y otras materias, pero él sólo estaba interesado en el respeto que podía obtener a través de sus estudios y no en el valor inherente que emanaba de ellos. En especial le disgustaban las conversaciones sobre taoísmo y budismo. En su opinión sólo existía una disciplina que merecía llamarse religión: El confucianismo. Una vez en la casa, Kinh se sintió más relajada y alegre. Además de cuidar de sus padres, la joven se centró en estudiar budismo y en supervisar los estudios de su hermano menor, Chau. Pasaba todo su tiempo libre aprendiendo a practicar la meditación sentada y la meditación en movimiento. Visitaba frecuentemente a su antiguo profesor, Bai, para profundizar en el budismo; y éste vio en ella a una verdadera amiga. De todas las personas de su distrito, Kinh era la única cuyo interés en aprender y practicar el budismo era comparable al de Bai; por lo cual, el profesor le habló de los grandes templos que había en el país y de las escrituras que circulaban por ellos, también de varios templos donde cientos de monjes vivían juntos para practicar y estudiar. Al escucharlo, el profundo anhelo de Kinh se reavivó. «¡Si fuera hombre, definitivamente me haría monje», pensaba.




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