jueves, 28 de septiembre de 2017

Carta mensual - Por Manly P Hall - Las disciplinas de la meditación y el entendimiento (6ta)


CARTA MENSUAL
 Por Manly P Hall 

 LAS DISCIPLINAS DE LA MEDITACION Y EL ENTENDIMIENTO 

Querido estudiante: 

Hay una fábula oriental que explica parte del misterio de la concentración. Podemos usar esta fábula para expresar ciertas implicaciones que no pueden ser expresadas con palabras. Todos los valores espirituales deben ser realizados, comprendidos internamente. No pueden comunicarse de la misma manera que las fórmulas matemáticas pueden pasarse de una persona a otra. 

El emperador de un país oriental construyo un palacio el cual llamo La Casa de los pisos que cantan. Cuando el palacio fue terminado, el deseaba que se plantaran jardines alrededor del mismo de tal manera que el palacio estuviera en medio de un paraíso terrenal. 

El emperador llamo al más sabio y el más hábil de sus jardineros y le ordeno embellecer con unos jardines los terrenos del palacio. El jardinero, que era muy viejo y muy sabio, salió del palacio, y, seleccionando un lugar cercano, se construyó para si una suerte de silla primitiva con un puñado de ramas como forma de protección contra los elementos. El viejo luego se sentó ahí muy quieto. El verano pasó lentamente y el hombre seguía sentado ahí observando. El otoño llego; las hojas de los arboles cambiaron de color y cayeron; las aves migraron. Las nubes se juntaron y, al fin, la nieve del invierno cayó a la tierra. Aun así el viejo jardinero seguía sentado observando. Los vientos soplaban la nieve, acumulándola contra las rocas. Los árboles se doblaban ante la furia del vendaval. Pero el jardinero solamente se envolvió más en su manto de lana y se tomó otra taza de té humeante. Luego llego la primavera. Las nieves se derritieron; Se llenaron los arroyos; las ardillas salieron de sus madrigueras; las flores de primavera enviaron sus hojas verdes a través de los rincones de la tierra y la nieve que se derretía. El jardinero seguía sentado observando el movimiento de las estaciones. 

Finalmente el verano llego de nuevo. Habiendo permanecido sentado durante un año en su silla de ramas de árbol, el jardinero se levantó, fue ante el emperador, y anuncio que ahora plantaría los jardines. 

Un año después el paraíso terrenal estaba terminado. 

Raras plantas florecían por doquier. Peces curiosos nadaban en los arroyos. Pequeños santuarios adornaban lo alto de las rocas. Y viejas linternas de roca bordeaban los pasillos. En todo el mundo nunca había sido un jardín tan perfecto. 

Cuando todo estaba listo, el jardinero condujo al emperador hacia el ancho porche del palacio y le dijo: “Oh Sol del Cielo, mi trabajo está terminado. En cada estación y con el paso de cada año este jardín retendrá su perfección. Cada planta que crezca formara parte de un todo en total 

equilibrio. Cuando las hojas caigan, formaran patrones en el suelo. Y a través de la abertura de las ramas veras las montañas cubiertas de nieve. Cuando los arroyos crezcan, formaran albercas y remolinos, cada uno de los cuales formara parte en perfecta armonía con el resto. Por esta razón estuve en meditación durante un año. No puede haber conflicto aquí. Cada estación que pasa expresara su propia belleza, en invierno, en el verano, en el otoño y en la primavera. Siempre habrá belleza en armonía. 

“Conforme su majestad avance en edad, sus gustos cambiaran, pero los jardines crecerán también. Encontrará felicidad en ellos durante el tiempo que dure su existencia. Y cuando finalmente regrese al cielo de donde ha venido, aquellos que le sigan a usted se encontraran a sí mismos en este jardín así como usted se ha encontrado a sí mismo. He construido un mundo en miniatura que refleja los misterios de un mundo más grande. Este, O Sol del Cielo, es el jardín del hombre sabio”. 

Para cada persona el emperador oriental es el ser; el jardín, su vida; y el viejo jardinero, su sabiduría con la cual debe construir su paraíso terrenal. La sabiduría abre el camino y da el ejemplo de la concentración. El ejercicio y la disciplina de la atención filosófica la cual llamamos concentración se explica en la meditación del jardinero durante un año. A través de la observación y la consideración de todos los procesos universales que suceden a nuestro alrededor, nos damos cuenta de los cambios perpetuos estacionales del alma. En los pensamientos de cada hombre el verano cambia a otoño, y el otoño a invierno, y el invierno a la primavera, y la primavera al verano de nuevo. 

Este misterio del cambio no puede entenderse con la simple lectura de palabras, sino que debe sentirse internamente como una experiencia espiritual durante la concentración. No solamente debemos enfocar la atención, sino que debemos sentirla como verdad eterna, el flujo suave del tiempo a través de la conciencia. Crecemos pero en el tiempo hacia la eternidad, suavemente, con paz, de manera inevitable. No debemos apresurarnos, sin tensión, sin presiones, y sin esforzarse. Debemos observar todas las cosas, valorarlas, sentir nuestra participación en todas las cosas, y desde estas experiencias encontrar el jardín de nuestra vida. Cuando hacemos esto, año tras año, vida tras vida, lo comprendemos. 

El tao, el camino y el final en uno mismo, nos enseña que el método esta fluyendo siempre hacia el conocimiento, la realización, las cosas que hacemos se funden con la cosa que somos. Para comprender esto es la concentración; no meramente la concentración de la mente con su tendencia a dispersar sus recursos, sino más bien comprender nuestra relación con la vida, con la unidad de nuestro propósito fuerte para ligar toda confusión en un patrón de fluidez en completa armonía. 

LA CONCENTRACIÓN COMO UNA FORMA DE EXPERIENCIA. 

Algunas veces es difícil comprender que la concentración no es esencialmente un proceso intelectual. Mientras que la mente es el instrumento de la concentración, los ejercicios fracasan si se les mira como dirigidos hacia el control mental a través de esfuerzo. También, parece duro de entender que la concentración involucra la actividad simultánea de cada parte de la conciencia. Debe haber sentimiento sin emoción; visualización sin fijación. Y todo debe ser ligado junto por una fijación de propósito la cual no incluye ninguna inferencia de limitación. El proceso es más difícil de describir que lograr porque ocurre de forma simultánea en planos o niveles diferentes. Depende para su éxito de la capacidad del alumno para darse cuenta de la identidad de las partes de su propia conciencia como, por ejemplo, que el sentimiento y el pensamiento son uno, que las cosas que se sienten y el poder para sentirlas son idénticas. No hay división entre la flor y su belleza, el ave y su gracia, o el río y su canción. 

Debemos concientizarnos de todos los valores al mismo tiempo. Esto se llama con propiedad percepción espiritual. Para el artista, el árbol es forma; para el leñador, es combustible. El músico oye el susurro de sus hojas. En ello el místico ve crecimiento. Para el peregrino, el árbol es refugio; para el granjero su fruto es vida; para la ardilla que vive en su tronco hueco es protección; para el medico que hace medicina de su corteza es curación; para el carpintero es paredes y techo. El árbol es todo esto y más para el sabio en meditación bajo sus ramas. Se siente y se conoce en todas sus innumerables cualidades y atributos. Es experiencia espiritual; es la Ley; es Dios; es la Verdad. La concentración es el poder o disciplina por la cual todos estos valores llegan a ser accesibles simultáneamente como poder espiritual. 

Por sobre todo, es realización. La verdad trae al hombre sabio exactamente lo que el hombre sabio trae a la verdad. Por lo tanto, la verdad es una suerte de fábula mística, una leyenda viviente, la cual interpreta de acuerdo a sí mismo. Cada uno encuentra en la Verdad lo que es el mismo; de acuerdo a su propio conocimiento el comprende. 

A través de la práctica de la concentración, el individuo se encuentra a sí mismo en todas las cosas y a través de todas las cosas. Esta es la razón porque la que los Viejos Maestros del Camino Oculto, como se les llamaba en Corea, dan a menudo definiciones contradictorias. La concentración, explicarían a sus discípulos, era un proceso mental. Luego, enseguida, insistirían que la mente no participaba en ella. La contradicción misma era parte de la fábula, parte del misterio. Ello confundía al tonto, pero iluminaba al sabio. 

Cuando Platón apuntaba al cielo como la morada de los dioses, y Aristóteles apuntaba a la tierra como la morada de los dioses, la confusión y la contradicción parecía sin esperanza. Pero toma un momento de comprensión real saber que ambos tenían razón, que todas las diferencias son pruebas de la unidad. El materialista se burlara y declarara que tal razonamiento era casi una locura. Pero para el sabio, el materialista es el más loco de todos. Sin embargo, el sabio y el materialista tienen razón ambos. La comprensión probara esto, pues el entendimiento encuentra siempre lo correcto y se apega a ello. 

Cuando usted empieza la práctica de la concentración, la rapidez del progreso depende enteramente de la amplia comprensión de lo que la disciplina significa. Un mal comienzo, es decir un esfuerzo inspirado por la comprensión inadecuada, resultara en años de esfuerzos comparativamente sin frutos. Por lo tanto, no debería haber mucha prisa o mucha ansiedad. El éxito depende totalmente de la comprensión. Es por esta razón que estamos reiterando en variadas formas los conceptos básicos. Si la base es correcta, todo lo que sigue fluirá en el curso propio. 

Puede ser benéfico considerar su propia proficiencia personal en tres capacidades básicas-su capacidad para pensar en términos de las realidades espirituales, para sentir en términos de participación impersonal en una porción universal de la vida, y visualizar en términos de ver valores a través de las formas. Esto probablemente suene un poco confuso, pero es una experiencia común que el individuo normal en esta etapa de crecimiento universal generalmente tiene una capacidad más grande en una de estas cualificaciones que en todas las tres. Algunos piensan mejor que lo que sienten. Otros reaccionan más correctamente al estímulo visual. Trate sinceramente de reforzar cualquiera de estas cualidades que parezca la más débil en usted. La conciencia espiritual debe estar compuesta por un equilibrio de estos tres poderes de su alma. La falta de uno desequilibrara las otras y resultara en un acercamiento imperfecto. 

También, es definitivamente cierto que cualquier tendencia a introvertir, el grado en que nos cortemos del flujo de la vida en otros, daña nuestra propia sensibilidad. Todas las experiencias de la vida normal contribuyen su parte para el propio poder de su alma. Si restringimos el flujo de nuestras propias vidas y reducimos la esfera de nuestra propia experiencia, frustramos la universalidad de nosotros mismos. Este es un error común entre los metafísicos. No hay virtud en el distanciamiento. No somos más grandes ni más dignos porque nos separamos de otros. Nuestra verdadera grandeza yace en la nobleza de descubrir a nosotros mismos en los sueños y esperanzas y trabajos de nuestro mundo. 

Todo lo cual quiere decir que la verdadera concentración se puede decir que viene del ser. Si satisfacemos la Ley al vivir, la Ley prepara su propio cambio dentro de nuestra conciencia. Entonces nos concentraremos naturalmente así como las formas ocurren de manera natural. Entenderemos el poder del alma así como el árbol libera sus brotes y ramas. La concentración es natural al hombre, pero solo cuando el hombre en sí mismo es natural. La concentración es normal al normal. Es el próximo paso en el desarrollo del ser interior. El hombre no puede causar la concentración, por lo tanto, no es forzar un ejercicio, sino el desalojo de los obstáculos hacia un proceso natural y hermoso de la conciencia misma. 

Si usted puede entender, entenderá. Su acción debe fluir de la compresión como de una fuente. En este punto hay poco para agregar a la disciplina. Usted debe encontrar la manera. Pero si medita profundamente en lo que hemos implicado, no se ira por el camino equivocado. Si las palabras no tienen suficiente significado, debe comprender que la conciencia en sí misma no se ha liberado completamente de las limitaciones de actitud y complejidad para permitir la concentración adecuadamente. Bajo tales condiciones, debe continuar las disciplinas de la preparación. No tema admitir la insuficiencia, sino más bien acepte la insuficiencia como un reto de la realidad para usted, y sin desilusión y lamentos, sino con el más profundo conocimiento de la sabiduría universal, tome la tarea de poner su conciencia y su vida dentro del plan universal. Cuando el tiempo llegue y usted esté listo, USTED LO SABRÁ. 

ALQUIMIA ESPIRITUAL 

La palabra alquimia se compone de dos palabras: al o el que significa Dios, y Khem que significa Egipto. La palabra química literalmente es la ciencia de los egipcios, y la alquimia es la ciencia divina de la química o la ciencia divina de Egipto. La química fue identificada con los egipcios porque entre los antiguos se creía que los secretos de la química eran comunicados primero al hombre por los sacerdotes de los templos egipcios. 

La alquimia es la química espiritual. Es la doctrina secreta concerniente a la perfección del hombre, oculta bajo una terminología de términos químicos, alegorías, fabulas, y símbolos. La alquimia no es solamente una parte integral de la tradición mística Europea, sino que ocupa una posición de importancia similar en la metafísica taoísta de China. Muchos de los más grandes santos taoístas fueron celebrados por su proficiencia en la investigación alquímica y sus experimentos. 

Se nos ha preguntado con frecuencia porque era necesario ocultar verdades espirituales en elaborados sistemas de fabulas y emblemas. Un estudiante pregunto una vez porque no sería mucho más simple y más útil dejar todos esos símbolos y explicar el misterio completo desde el principio de modo que todos comprendieran los hechos. Esperamos que en este punto de la serie de cartas hayas alcanzado el punto donde comprenderás el porque es imposible describir ninguna realidad espiritual excepto en términos de simbolismo. Nadie puede describir el crecimiento sin recurrir a una descripción de algo que crece. Las realidades espirituales son internas, misterios sin forma que realmente son incomprensibles a menos que sean arropados por algún tipo de materia tangible. 

La fábula llega a ser el vehículo ideal para la comunicación. Un hombre cruzando el vacío de una mente a otra debe ser transportado en algún tipo de contenedor. Es porque esto que los Budistas llaman a sus sagradas escrituras canastas. Cuando has recibido la idea y la has hecho parte de ti, entonces puedes eliminar la canasta. Una de las más tristes tragedias de la humanidad es que el ser humano promedio guarda la canasta y desecha el contenido; o confunde la canasta con el contenido, el adora la canasta creyendo que es piadoso porque preserva la forma de la idea que le ha llegado aun cuando no está consciente del propósito. 

Muchos estudiantes han objetado a la extremadamente naturaleza fantástica del simbolismo religioso y filosófico. Esta extravagancia salvaje de la fantasía forma parte de un propósito bien planeado. Es un recordatorio constante que los símbolos obviamente son demasiados extravagantes para ser aceptados de manera literal por la persona reflexiva, y que ocultan principios que están más allá de la esfera de nuestra así llamada percepción normal. 

Toma, por ejemplo, el simbolismo alquímico del unicornio. Desde la más remota antigüedad nos ha llegado la figura de un extraño animal que difiere de cualquier creatura conocida por el hombre. Se le dio forma de caballo, pero tenía una pezuña hendida. De su frente crece un cuerno largo de oro. La cola del unicornio era similar a la de un león. Y su melena era de plata tejida. Vivía solo en partes remotas de las montañas, y solamente vivía uno a la vez. Sobrevivían largas edades y se dejaba ver ciertos intervalos. El unicornio en el misticismo europeo es el Ki-lin de los chinos, un animal fabuloso que anuncio el nacimiento de Confucio, el caballo león de un solo cuerno. ¿Como puede ser que dos razas viviendo en lados opuestos de la tierra compartieran una creencia en esta creatura mitológica? 

La historia del unicornio cumple de una manera hermosa el propósito de los sacerdotes antiguos que lo crearon. Los zoólogos medievales incluyeron el unicornio como un animal vivo real, asignándole como su hábitat algún lugar poco conocido como el desierto del Sahara. Los museos de Europa incluyen en sus colecciones varias copas que pertenecieron a princesas feudales, las cuales se reportan que han sido formadas de los cuernos de unicornios. Los hombres querían creer que la fábula era verdad; por lo tanto, para ellos era real. No hay misterio del unicornio. Fue solamente una rara creatura que se filtró a través de los escudos de armas de varias naciones y de familias que portaban el símbolo pero que no sabían su significado. 

Con la llegada del mundo moderno, hubo un debate considerable acerca de esta creatura fantástica. Una escuela moderna decidió que el unicornio era un altamente glorificado rinoceronte, que el cuerno peculiar de este animal tenia como origen una historia extraña en la mente desordenada del humano primitivo. Asi el simbolismo fue preservado y el científico moderno fue feliz habiendo resuelto el misterio a su propio gusto. 

El libro alquímico de Lambspring da la llave para su significado real. El unicornio, con su solo cuerno dorado, que vive solo es el alma humana que vive distante en el bosque impenetrable de los sentidos compuesto de los aspectos innumerables del alma en sí misma. 

El caballo blanco con el cuerno es un símbolo apropiado para la más profunda meditación. No hay manera en la cual su historia pueda ser contada al tonto, ni hay manera en la cual su misterio pueda ser ocultado al reflexivo. Ningún hombre puede describir el alma en palabras sencillas y directas. Todo es una experiencia subjetiva. Pero cada hombre puede restaurar para sí mismo un cierto modelo del alma meditando sobre la apariencia y el temperamento de este extraño animal dócil el cual se describe por Valentine Basil como un animal tímido que corre antes que el cazador pueda alcanzarle, y tan sabio que nunca puede ser atrapado por ninguna trampa creada por el hombre. 

Eso que es un símbolo del alma debe asimismo ser un símbolo del poder del alma. El cuerno dorado el que nunca es usado para dañar ninguna creatura, sino que alrededor del mismo el caballero errante ato la melena plateada es el poder de la concentración, la punta de lanza del alma, la fuerza de la verdad. ¿Pero como puede esto ser explicado a los hombres que ven el cuerno del unicornio como una copa para beber vino? Quien haya sido el iniciado que primero fantaseo que el cuerno podía ser una taza, conocía el misterio, fue que podía usarse como un utensilio para el vino místico de la la fiesta de Cana, el cuerno del unicornio. Así crece el misterio, cada circunstancia dando una inferencia que las palabras solo podrían literalmente crucificar y destruir. Así como el alma debe ser buscada en la lejanía y en las profundidades internas de nuestras vidas, así la Verdad debe ser encontrada en el misterio de los símbolos. El simbolismo es la forma antigua de contar la historia. El universo es el primer símbolo; el hombre, el símbolo más perfecto; y la verdad, la realidad oculta detrás de todos los símbolos. 

EL CICLO DE LA BUSQUEDA. 

Los alquimistas pertenecen a ese grupo de místicos que se dice siguen el “ciclo de la búsqueda”; es decir, su simbolismo se basa en una búsqueda de algo perdido y oculto. Los caballeros de la mesa redonda buscando el santo Grial, el ilumínati buscando la perla del gran precio, y los alquimistas buscando el Elixir, todo pertenece al simbolismo del peregrinaje. La verdad es vista como separada del hombre por un sentido extraño, intangible, de distancia, un espacio de tiempo o lugar que debe ser cruzado; pero es una  distancia de llegar a ser, una búsqueda de eso que esta más allá de lo conocido, pero cercano al ser. Que se lamente el tonto mortal que confunde las distancias espirituales con los intervalos materiales, o se permite a si mismo soñar con la realidad en términos de lugar!. 

La alquimia se dedica a la búsqueda de tres verdades ocultas las cuales son tres ocultamientos de una sola verdad. El primero de los velos es la trasmutación de los metales; el segundo, el descubrimiento de una medicina universal; y la tercera, la creación del elixir de la inmortalidad consciente. 

Había dos clases de alquimistas. Para el primero era una superquimica, la transmutación de los metales una posibilidad física, la medicina universal un compuesto contra la enfermedad, y el elixir de la vida un fluido sutil el cual podía prolongar la existencia física de manera indefinida. Para la segunda clase de alquimista, las tres búsquedas fueron enteramente de tipo espiritual, y podían ser logradas solo a través de la práctica de disciplinas místicas del conocimiento que habían descendido de los antiguos rituales de los templos egipcios. 

En un antiguo manuscrito escrito por un desconocido del siglo 17, un místico alquimista hay una nota de advertencia: “ Aflicción, aflicción, aflicción del oro!” Esta es la carga de todos los escritos alquímicos. Se cuentan fabulas, pero se advierte a aquel que las acepta como la substancia de la doctrina. No son más que la sombra; la substancia esta más allá. Para el moderno buscador de la verdad la alquimia arroja la luz de otra faceta del diamante filosófico. Le da una instrucción en los misterios de la búsqueda del ser. Pero primero debe abordarse el misterio de los metales. 

Hay dos clases de metales, los terrenales y los filosóficos. Hay una clase de oro que se extrae de la tierra y hay un oro filosofal que se extrae del aire. Hay un mercurio que cae de la roca, y un mercurio filosofal que es como un vapor en el espacio. Hay hierro mortal, y hay hierro inmortal. Hay lámina en la tierra y lamina en los cielos; un cobre que corroe, y un cobre que es incorruptible. Hay plomo que es pesado y uno que no pesa en absoluto. 

En las formulas de la alquimia hay siete metales sagrados y profanos, así como en las formulas de la teúrgia hay siete partes del alma, racional e irracional. Las siete partes irracionales del alma son los siete metales básicos, y las siete partes racionales del alma son los siete metales perfectos y misteriosos. También, hay siete percepciones sensoriales del alma las cuales extienden hacia afuera desde el interior para comprender el orden de los metales básicos, y hay siete extensiones del alma racionales los cuales se extienden al interior para contemplar los metales divinos. 

Además de los metales, hay VITRIOLO, no el vitriolo de la alquimia, sino el vitriolo de los filósofos el cual es el devorador de los metales, el asesino de las almas metálicas. Este vitriolo es el solvente indispensable de los principios metálicos; los destruye como a metales y mezcla su esencia; muere con ellos y produce de sus mezclas el misterio supremo de la piedra de los filósofos. Esta es la piedra Petra, la roca sobre la cual debe erigirse el templo de la verdad. Esta es la piedra que los constructores rechazan; la piedra que destruyo el gigante del sueño de Nebuchadnezzar. Esta es la piedra de la honda de David; la piedra blanca; la piedra mágica de los Shedd que dio a Salomón el poder sobre todos los mundos. Esta es la esmeralda del Santo Grial, y la piedra zafiro de los Mandamientos. Esta es el alma diamante de los lamas tibetanos, la joya en la frente del Buda. Las palabras no pueden implicar el significado, pues en la alquimia, como en el misticismo oriental, tratamos con principios que no se pueden expresar en palabras y hechos inexplicables. Pero podemos percibir tenuemente o sentir la majestuosidad del concepto. Omar Khayyam sabía el secreto de los metales cuando escribió: La vid había tocado una fibra, la cual a su alrededor, si se adhiere a mí ser- permite al Sufí soltarse: 

De mi metal básico puede hacerse una llave, que abrirá la puerta sin la cual grita. 

El misterio de los metales es el misterio del reconocimiento de la doble naturaleza de toda conciencia, toda forma, y todo pensamiento. Cuando el alquimista escribió: 

“Tomaras una parte del hierro filosófico y agregaras tres partes de mercurio filosófico, y te aseguraras que han sido destilados propiamente y aumentados” estaba usando su propio terminología pintoresca para darnos un verdadero secreto transcendental. Aquellos buscando el misterio de la vida interior pueden usar en su búsqueda solamente las más altas y atenuadas facultades del sentido y del pensamiento. La mente ordinaria humana es de muy poco servicio; las emociones humanas, de muy poco bien. Debemos buscar dentro y encontrar los poderes espirituales de la mente, los poderes espirituales del corazón, y los poderes espirituales de la mano. En otras palabras, debemos usar solamente los espíritus de los metales. 

Es inútil traer solamente las percepciones y limitaciones mortales ante los problemas del ser inmortal. Nuestra educación física no es suficiente; es solamente una sombra básica de algo más grande. Nuestros pensamientos, nuestras ciencias, nuestras emociones, nuestras artes, nuestras acciones, nuestras creaciones, son símbolos metálicos y físicos de los poderes inmortales. Debemos aprender a leer todos los símbolos; debemos buscar todas las sombras. Esto es el principio de la alquimia, que debemos descubrir que todas nuestras palabras y actos no son más que símbolos, nuestras esperanzas y aspiraciones solamente fabulas, nuestras historias y tradiciones, solo leyendas. Todo aquello que sabemos, como el símbolo del unicornio, es una señal de lo que yace dentro. 

EL CONOCIMIENTO 

Esta casi inconcebible realidad esta más allá de nuestra experiencia y todo nuestro conocimiento es un asunto esencial para nuestra meditación. Pero debe ser una meditación suave y sana. No debe conducirnos hacia cosas absurdas, sino que debera conducirnos internamente hacia nuestra realidad. De todas las fabulas del mundo, nosotros somos la más fantástica. Somos una creatura más extraña que cualquier esfinge o quimera. La esfinge tiene la cabeza de un hombre y el cuerpo de un león, pero ¿que hay del hombre en sí mismo? Tiene el espíritu de un dios, el alma de un mortal, el cuerpo de un animal. Tiene sueños del espacio, los movimientos del aire, y los movimientos del cosmos. Aun así sigue atado como un Gulliver encadenado por Liliputenses. Él es, de todas las creaturas, el monstruo compuesto más misterioso jamás creado en algún sueño. 

En el templo antiguo de Serapio y Alejandría había una imagen gigante de un dios lloroso. Su cuerpo estaba diseñado por ramas de árboles; su cabello era pastoso y granuloso; sus ojos eran piedras preciosas; sus ropas estaban hechas de metal; y su cuerpo se cubría con pieles de animales. Estaba coronado con plumas de aves; flores florecían en sus manos; y los insectos recogían miel de su túnica. Este dios lloroso de quien sobre su cabeza brillaba una luz que entraba por una rendija del techo del templo, es el hombre en sí mismo, el símbolo de toda la naturaleza que lleva dentro de si todas las preguntas y todas las respuestas. 

Por consiguiente aprendemos de la historia de la alquimia que cada uno debe reunir el elixir de todas las vidas que forman la humanidad para conformar de allí el elixir de su propia vida. De todos los secretos que hay el hombre deberá ser el poder secreto que salvara al hombre mismo. 

Sinceramente 
Manly P Hall

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