jueves, 19 de febrero de 2015

La Espina Dorsal


PARTE III
 
LA ESPINA DORSAL
 
Conectando los dos mundos (arriba el cielo y abajo la esfera de la oscuridad) está
la espina dorsal, una cadena de treinta y tres segmentos, que protege en su interior a la
médula espinal. Esta escalera de huesos juega un rol muy importante en el simbolismo
religioso de los antiguos. A menudo, se la menciona como un camino o escalera en
espiral. Algunas veces, se le llama la serpiente, otras, la vara o cetro.
Los hindúes enseñan que hay tres distintos canales o tubos en el sistema espinal.
Los llaman Ida, Pingala y Sushumna. Estos canales conectan los centros inferiores
generativos del cuerpo con el cerebro. Los griegos los simbolizaban por el caduceo, o
báculo alado de Hermes. Éste consistía en un bastón largo (el Sushumna que va al
centro), que terminaba en una perilla o bolita (que está en el centro de la médula
oblongata). A cada lado de esta perilla, están las alas arqueadas, que se utilizaban para
representar los dos lóbulos cerebrales. Arriba de este báculo suben, alternativamente y
en forma de espiral, dos serpientes, una negra y la otra blanca. Éstas representan el Ida
y Pingala.
Los antiguos hindúes tienen una leyenda concerniente a la diosa Kundalini, en la
cual se dice que ella descendió del cielo, por medio de una escalera o cuerda, a una
pequeña isla que se halla flotando en el inmenso océano. Relacionando esto con la
embriología, es evidente que la escalera o cuerda representa al cordón umbilical, y la
islita el plexo solar. Cuando la escalera es cortada y se desconecta del cielo, la diosa
huye aterrorizada a refugiarse en una caverna (el plexo sacro), en donde ella se oculta
totalmente a la vista de los hombres. Como Amaterasu, la diosa japonesa del Rostro
Refulgente, ella debe ser sacada de su caverna, pues, mientras permanece ahí y se
resiste a salir fuera, el mundo está en la oscuridad. Kundalini, es una palabra sánscrita
cuyo significado es: "una fuerza serpentina, o gas enroscado". Esta fuerza, según lo
declaran los sabios orientales, puede ser dirigida hacia arriba a través del canal espinal
central (Sushumna). Cuando esta esencia se encuentra con el cerebro, abre el centro de
la conciencia espiritual y percepción interna, llevando con ello la iluminación espiritual.
El sistema cultural por el cual eso es posible, es la enseñanza más secreta de los santos
orientales, porque ellos saben que esta fuerza serpentina o enroscada no sólo lleva a la
iluminación sino que, como la serpiente que es un símbolo, es, también, mortalmente
venenosa.
Conocimientos superficiales o fragmentos de ocultismo oriental están llegando
frecuentemente al mundo Occidental, pero, lamentamos decirlo, con ellos vienen
interminables sufrimientos y males, porque estas grandes verdades en las manos de
individuos incapaces de comprenderlas o aplicarlas correctamente, destruyen la
inteligencia y la razón.
A lo largo de la espina dorsal hay cierto número de nervios, ganglios y plexos.
Todos estos tienen lugar en el simbolismo religioso. Por ejemplo, se nos dice, que los
antiguos judíos llamaban al plexo sacro y al ganglio sacrocoxígeo, las ciudades de
Sodoma y Gomorra. Hay un pequeño plexo en la región de los riñones llamado plexo
sagitario, al cual los antiguos llamaron la ciudad de Tarso, donde San Pablo luchó con
las bestias. El ocultismo superior enseña que las flores de loto (centros nerviosos de la
espina dorsal) son como polos negativos, que dan testimonio de los siete grandes
centros positivos de conciencia localizados en el cerebro. Estos siete centros funcionan
por medio de los otros centros que se hallan en la espina dorsal en la misma forma,
aproximadamente, en que los siete espíritus ante el trono funcionan por medio de los
cuerpos planetarios. El discípulo es advertido de no trabajar con los centros que se
hallan en la espina dorsal, sino que debe hacerlo con los centros gobernantes - los
centros del cerebro.
El caminar errante de los Hijos de Israel en el desierto, el peregrinaje de los
mahometanos a la Meca, los interminables peregrinajes de los santos hindúes que se
pasan la vida yendo de un templo a otro, representan el peregrinaje del fuego espiritual
(kundalini) a través de los centros nerviosos que se hallan a lo largo de la espina dorsal.
Siguiendo ciertas instrucciones particulares, la fuerza es llevada a estos centros, uno tras
otro, hasta que, visto clarividentemente, se convierten estas áreas en una especie de
flores luminosas, de las cuales dimanan rayos de luz, semejando los pétalos. Cada uno
de estos lotos tienen diferentes números de pétalos de acuerdo con las ramificaciones
nerviosas que dependen de él.
Se dice que el Logos, cuando llegó el momento de crear el universo material,
entró en estado de profunda meditación, concentrando el poder de su pensamiento en
los siete centros, semejantes a flores, de los siete mundos. Esa fuerza vital,
descendiendo gradualmente del cerebro (el cual era el gran mundo superior) y
penetrando en las flores de loto, una por una, dio nacimiento a los mundos inferiores.
Cuando, al final, ese fuego espiritual penetró en el centro más bajo, el mundo físico fue
creado, y su fuego estaba en la base de la espina dorsal. Cuando el mundo retorne a él
de nuevo , y el Logos vuelva a ser supremo en conciencia, será porque retiró la vida de
estos siete centros, comenzando por los inferiores, llevándolas nuevamente, al cerebro.
Así es que la senda de evolución de todas las cosas vivientes es elevar este fuego, cuyo
descenso hizo posible su manifestación en estos mundos inferiores y cuyo ascenso les
pondrá, otra vez, en armonía con los mundos superiores.
Este mito de la fuerza vital que desciende y toma a su cargo el gobierno de los
mundos, se encuentra en todos los pueblos civilizados de la tierra. Esto es el Hiram
Abiff) quien construyó el Templo Masónico (los cuerpos), y que fue muerto por los tres
vehículos que él había formado. Tiene su similitud con el Cristo, muerto por los
pecados del mundo.
Por el hecho de que este fuego espinal es una fuerza enroscada, serpentina, en
todas partes del mundo se ha usado la serpiente para representar a los salvadores del
mundo. El uraeus (emblema de serpiente) usado por los sacerdotes egipcios en su
frente, era un símbolo del Kundalini, la sagrada cobra que, cuando fue elevada en el
desierto, salvó a todos aquéllos que la contemplaron (Moisés y la serpiente de bronce).
Así como el cerebro es el centro del mundo divino, el plexo solar es el centro del
mundo humano que, representando la semiconciencia, une la inconsciencia de abajo con
la conciencia de arriba. El hombre no sólo es capaz de pensar con el cerebro; cierta fase
del pensamiento es producida por los centros nerviosos del plexo solar.
Probablemente, antes de ir más adelante, será prudente describir la diferencia que hay
entre un médium y un clarividente. Para la mayoría de las personas no hay ninguna
diferencia, pero, para el místico, estas dos fases de la vista espiritual, están separadas
entre si por los límites de las etapas totales en la evolución humana.
Un clarividente es aquél que ha elevado al cerebro la fuerza espinal serpentina y
por su desarrollo ha merecido el derecho de percibir los mundos invisibles con la ayuda
del tercer ojo, o glándula pineal. Este órgano de conciencia, que millones de años ha,
conectaba al hombre con los mundos invisibles, se cerró durante el período lemúrico,
cuando los órganos sensorios, perceptores del mundo objetivo, comenzaron a
desarrollarse. Los ocultistas, sin embargo, por el proceso de desarrollo al cual nos
hemos referido someramente antes, pueden volver a abrir este ojo y por medio de él
explorar los mundos invisibles. El clarividente no nace, se hace. Los médiums no se
hacen, nacen. El clarividente puede llegar a serlo sólo después de años, algunas veces,
de vidas, de autopreparación; por el otro lado, el médium, sentándose en una habitación
a oscuras o por otras prácticas similares, puede obtener ciertos, resultados en muy pocos
días.
El médium usa el plexo solar como un espejo, y en sus nervios sensitivos son
reflejados cuadros registrados en los éteres invisibles. A través del bazo (que es el portal
del cuerpo etérico) el médium permite la entrada, en su constitución espiritual, de
inteligencias desencarnadas, dando como resultado el oír voces y otras manifestaciones
psíquicas. La escritura automática se consigue permitiendo, al brazo etérico de una
inteligencia extraña, el control temporario del brazo físico del médium. Esto no es
posible hasta tanto el médium no quita su doble etérico del brazo, pues dos cosas no
pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo. El resultado de la separación periódica
de las fuerzas vitales del brazo físico, es muy desastroso, llegando, frecuentemente,
hasta la parálisis.
La mediumnidad es antinatural para el hombre, mientras que la clarividencia es el
resultado natural del crecimiento y desarrollo de la naturaleza espiritual. Hay cien
médiums por un clarividente, porque sólo puede llegarse a ser clarividente por el
autodominio y el ejercitamiento de un tremendo poder; mientras que, el más débil, el
más enfermo y más nervioso de los individuos, es el que mejor médium resulta. El
clarividente desarrolla su mente llenándola de benéficos conocimientos, en tanto que la
primera instrucción que se le da al que quiere ser médium, es: "Trate de dejar su mente
vacía."
La razón por la cual la mediumnidad, a través del plexo solar, es una
retrogradación, puede ser resumida como sigue: Los espíritus-grupo, que controlan el
reino animal, desempeñan sus cargos produciendo imágenes en el plexo solar, pues el
animal no tiene mente autoconsciente. Su resultado es que, en lugar de pensar con su
propio cerebro, piensa con el cerebro del espíritu-grupo, a quien esta unido por
invisibles hilos magnéticos. Estos hilos conducen sus impresiones y las fotografías en el
sistema nervioso simpático. No teniendo voluntad propia, el animal es incapaz de
combatir sus impulsos y, en consecuencia, los obedece implícitamente. El hombre se
gobierna a si mismo por medio del sistema cerebro espinal, porque ha desarrollado la
individualidad, y el sistema simpático ya no lo gobierna más. Exponiéndose a los
impulsos que le llegan por el plexo solar, el médium obstaculiza su propio desarrollo al
no permitir que el sistema nervioso cerebro espinal controle su destino.
Al hombre siempre le ha gustado apoyarse en las cosas externas. No le agrada
enfrentar cada problema y resolverlo con el cerebro que Dios le ha dado. Por eso, busca
el apoyo de los mundos invisibles, pidiéndoles ayuda para realizar la obra que debiera
llevar a cabo por su propio esfuerzo.
Miles de personas deben participar de la responsabilidad del médium, porque
muchos de ellos siguen ese camino debido a que cientos de personas desean hablar con
sus parientes muertos o tener informaciones reservadas sobre los valores de la Bolsa.
Aquéllos que alientan cosas que ellos no harían por si mismos, son personalmente
responsables por el daño que, por su egoísmo, han permitido que les llegue a otras
personas.
La diferencia, por lo tanto, entre la mediumnidad y la clarividencia se halla cerca
de la mitad de la columna vertebral. Es la diferencia entre lo negativo y lo positivo; es la
diferencia que hay entre la oscuridad de una habitación en donde se realiza, a
medianoche, una sesión espiritista y la ceremonia al mediodía en un templo.
Todos los órganos que se encuentran dentro del cuerpo humano tienen su
significación religiosa. El corazón, con sus cámaras, es en si un templo erigido sobre la
montaña del diafragma. El bazo, con su pequeño cuerpo en forma de sombrilla,
concentra los rayos solares y tiene a su cargo el cuerpo etérico. Es este cuerpo etérico,
enrollado dentro del bazo, el que inyecta en el sistema circulatorio los corpúsculos
blancos de la sangre.
Nosotros sabemos que el cuerpo humano ha servido de inspiración para casi todas
las invenciones mecánicas. Las bisagras han sido copiadas del cuerpo humano; lo
mismo las perillas y la cuenca o alvéolo que las contienen. Se nos ha dicho que la
primera instalación de plomería fue reproducida de los sistemas circulatorios arterial y
venoso. Centenares de máquinas e implementos han sido inspirados por los sutiles
movimientos del funcionamiento de nuestros propios vehículos, porque el cuerpo
humano es la más maravillosa máquina que pueda concebirse y, por eso, la mejor que
pueda la mente humana estudiar.
La estrecha relación que existe entre el sistema generativo inferior y el cerebro en
la parte superior (porque el cerebro es un sistema generativo positivo) se debe, desde
luego, a la médula espinal que los conecta. En un momento determinado, cierto número
de pequeñas puertas, que ahora separan el cerebro del sistema generativo, se abren, y el
Sushumna se convierte en un abierto túnel y, así, cada impulso es llevado
inmediatamente a ambos extremos del cuerpo. Es por esta razón que el candidato hace
voto de castidad, ya que la estrecha conexión existente en los discípulos avanzados
entre el cerebro y el sistema reproductivo, exige una absoluta conservación de todas las
energías vitales. Las amígdalas están conectadas directamente con el sistema
generativo; en realidad, ellas son parte de su polo positivo formado por el cerebro. La
deplorable costumbre actual de vacunar y de cortar las amígdalas a los niños apenas
llegan al mundo, producirá en alguna época una definida degeneración de la raza. La
mayoría de las amígdalas se infectan a causa de que el niño, en los primeros años, come
demasiados dulces. La moral es no cortar las amígdalas, y suprimir los dulces. La mayor
parte de los padres son responsables por la enfermedad de sus hijos. Ya sea por su
ignorancia o por indulgencia, ellos permiten que la inconsciencia infantil, que todavía
no esta controlada por los vehículos superiores, los destruya antes de que la vida se
exprese plenamente. Cuando los niños están enfermos en los primeros años de vida, el
médico encontrará, habitualmente, la causa del mal en los padres, y el padre o la madre
- no el niño - deberá ser medicamentado por las píldoras que necesite. Si el estómago se
mantiene en condiciones adecuadas, las amígdalas se mantendrán también en buenas
condiciones. La absoluta economía demostrada por la Naturaleza en la construcción de
todas sus estructuras sería prueba suficiente de que el Señor no estuvo perdiendo su
tiempo cuando hizo las amígdalas y el apéndice. Él tuvo, aparentemente, su razón para
hacerlo, pero estos pobres, inofensivos órganos, se han convertido en una mina de oro
para los médicos, quienes los quitan a la más ligera provocación. Se nos dice que la
posición vertical asumida por el cuerpo humano, que fuerza el contenido de la región
intestinal a viajar, parte del tiempo, cuesta arriba, es la razón de la existencia del
apéndice, que se ha perdido en las criaturas de porte horizontal. Cada órgano no sólo
tiene su propósito visible sino, también, un invisible propósito espiritual, y puede ser
envidiado el individuo que trata de llevar su vida preservando intactos, en todo lo que le
sea posible, sus miembros y partes anatómicas originales.
En cuanto a la deuda de la ciencia para con el cuerpo humano, debemos agregar
que el sistema decimal es el resultado del contar con los dedos del hombre primitivo,
por lo cual el número diez se convirtió en la unidad de enumeración. El antiguo codo
fue, también, la distancia entre el codo y el extremo del segundo dedo, o
aproximadamente, dieciocho pulgadas. Así sucede si retrocedemos en el estudio de las
cosas, encontrando que, casi todo con lo que el hombre se ha rodeado, es una
adaptación del cuerpo con el cual Dios ha envuelto su espíritu.
El hombre va conquistando, gradualmente, el control no sólo de los órganos de su
cuerpo sino, también, de sus funciones. La ciencia establece que ciertos órganos
funcionan mecánica o automáticamente, pero el ocultismo considera que no hay nada
mecánico en lo que se refiere a las funciones del cuerpo humano. Tomemos el ejemplo
de un obrero tirando un trozo de hierro entre las ruedas y palancas de una maquina en
perfectas condiciones de marcha. Se oirá un chirrido y la maquina se detendrá. Por otro
lado, si se tira, figuradamente, una llave inglesa dentro del cuerpo humano, éste,
inmediatamente, comenzará el proceso de eliminarla. Rodeará al elemento extraño con
una envoltura y tratará de absorberlo. Si esto es imposible, tratará de arrojarlo hacia
afuera por algún canal adecuado para ese propósito. Si estos medios fracasan, se
acostumbrará, en muchos casos, a la presencia del obstáculo y procurará seguir sus
funciones de algún modo. Esto demuestra, sin duda alguna, que las partes orgánicas del
hombre poseen cierta forma inherente de inteligencia; por lo tanto, ellas no son
máquinas, porque ninguna invención mecánica es capaz de tener inteligencia.
Paracelso, el gran médico suizo, quien, después de estar muchos años en el lejano
Oriente retornó a Suiza para enseñar medicina, fue el primero que dio al mundo europeo
su concepto de los espíritus de la Naturaleza. Enseñó que las funciones de la Naturaleza
estaban bajo el control de pequeñas criaturas, invisibles para los sentidos normales pero
que, trabajando a través de los reinos de la vida, minerales, plantas, animales, y partes
del cuerpo humano, mantenían a todos ellos desenvolviéndose de una manera
inteligente, bajo el control de la gran jerarquía celestial de Escorpión, que tiene a su
cargo la construcción de los cuerpos en la Naturaleza, estos elementales son las
inteligencias invisibles que gobiernan el cuerpo humano y sus funciones.
Como resultado de la siempre evolucionante conciencia del hombre, éste está
adquiriendo un control más completo de las funciones de sus diversos órganos. Hay dos
clases de músculos - voluntarios e involuntarios - siendo la diferencia que los músculos
voluntarios, que son controlados por la mente consciente del individuo, tienen sus fibras
que corren en dos modos y cruzándose entre si, mientras que los involuntarios no tienen
fibras que los crucen. El corazón ha sido considerado un músculo involuntario, pero
está comenzando, ahora, a mostrar fibras cruzadas, prefigurando así los días en que el
hombre consciente e inteligentemente regulará los latidos de su propio corazón. Lo
mismo reza, con respecto a todos los otros órganos que sobreviven a los periódicos
cambios que van teniendo lugar en la constitución del hombre. Los santos orientales
pueden, con todo éxito, vivir sin que su corazón lata; pueden pararlo y hacerlo latir a su
voluntad. Echando la lengua hacia atrás y tapando así el pasaje del aire a los pulmones,
pueden permanecer por meses inmóviles. Muchos chelas orientales, hacen esto mientras
reciben iniciaciones espirituales fuera del cuerpo físico. Se han registrado casos de
santos que han sido enterrados vivos. Semanas más tarde, al ser desenterrados, se
encontró que el cuerpo estaba seco como un cuero. Se le echó agua encima, y después
de un cierto lapso, el hombre, que no había respirado durante semanas, se levantó y
empezó a caminar. Éste es el resultado del extraordinario control que la mente es capaz
de conquistar sobre las funciones del cuerpo.
El ocultismo enseña que hay todo un universo dentro del cuerpo humano; que él
tiene sus mundos; sus planos, dioses y diosas. Millones de diminutas células son sus
habitantes. Éstas están agrupadas en reinos, naciones y razas. Hay las células óseas y las
células nerviosas, y millones de estas pequeñísimas criaturas, al agruparse, se
transforman en una cosa compuesta de muchas partes. El Gobernador Supremo y Dios
de este gran mundo es la conciencia del hombre que dice: "yo soy". Esta conciencia
toma su universo y lo lleva hasta otra ciudad. Cada vez que va y viene por las calles,
ella toma sus centenares de millones de sistemas solares y los lleva consigo, pero,
siendo tan infinitesimales, el hombre no puede comprender que ellos son realmente
mundos.
Igualmente, nosotros somos células individuales en el cuerpo de una creación
infinita que se mueve a si misma a través de la infinitud, a una velocidad desconocida.
Los soles, las lunas y estrellas, son, meramente, huesos del gran esqueleto compuesto de
todas las sustancias del universo. Nuestras propias minúsculas vidas son, simplemente,
partes de esa infinita vida que circula y palpita a través de las arterias y venas del
espacio. Pero todo eso es tan vasto que esta más allá de la comprensión de este pequeño
"yo soy" en nosotros. Por lo tanto, podemos decir que ambos extremos son, igualmente,
incomprensibles. Vivimos en un mundo medio, con infinita grandeza por un lado e
infinita pequeñez por el otro. A medida que nuestro desarrollo se va ampliando, también
lo hace nuestro mundo, dando como resultado el que vayamos comprendiendo cada vez
más todas estas maravillas.



Manly Hall – Anatomía Oculta

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