lunes, 8 de octubre de 2018

CARTA MENSUAL Dedicado a problemas espirituales y filosóficos -- by Manly P. Hall Los Ángeles, Calif. 1 de Junio del 1935 - en you tube -


CARTA MENSUAL

Dedicado a problemas espirituales y filosóficos -- 
by Manly P. Hall 
Los Ángeles, Calif. 1 de Junio del 1935

en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=kHpBeLajLmM&feature=youtu.be

Querido Amigo: 

En esta carta continuaremos la discusión del tema del artículo del mes pasado, concretamente: Contactando fuentes de instrucción espiritual’’. Este mes consideraremos a la Naturaleza como el libro de la ley divina. 

Entre los paganos iniciados aquellos quienes veneraban a la Naturaleza como la manifestación visible del Principio Universal eternamente existente eran llamados Panteísta – veneradores de Pan o Naturaleza. En la Edad Media, el Panteísmo continuó en las filosofías de los Alquimistas, Hermetistas, y los Illuminati, los miembros de estos grupos se referían a sí mismos como Pan-Sofistas o filósofos sabios en los misterios de la Naturaleza Universal. 

 No debe suponerse que los hierofantes de la metafísica griega y egipcia les instruían a sus discípulos en una ciega veneración hacia fuerzas naturales, o que buscaban inclinar las mentes de los novicios meramente a la veneración de formas externas. El panteísmo no es la veneración de la naturaleza material, sino un esfuerzo de descubrir la verdadera naturaleza de la divinidad a través de un análisis de aquellas consecuencias materiales que constantemente fluyen del centro inescrutable del Ser Universal. 

En su visión de la magnificencia divina, Mahoma describe los innumerables velos que ocultan los rasgos de la eterna Verdad. Así como es imposible para cualquier hombre contemplar a Dios cara a cara, incluso los más sabios deben conformarse con observar los innumerables velos que esconden el espléndido semblante de Ser. 

Los paganos consideraban la divinidad como el Gran Arquitecto. El mismo universo material es descrito por los filósofos paganos como una de las obras más nobles del Intelecto Divino. Al llegar a conocer, respetar, incluso a adorar a la Naturaleza, los más sabios de los antiguos declararon que ellos percibían de manera más completa esa esplendida Razón que concibió el mundo y esa vasta Sabiduría que todo mantiene. 

Paracelso de Hohenheim, uno de los últimos filósofos medievales, y uno de los primeros pensadores del mundo moderno, le llamaba a la Naturaleza el gran libro de los Misterios Divinos. Durante la mayor parte de su corta vida, la cual estuvo llena de incidentes, Paracelso caminó los senderos de Europa, recolectando conocimiento del gran almacén del hecho primitivo. Uno de sus lemas era: “Aquel quien desee estudiar el libro de la Naturaleza, deberá caminar sus páginas con sus pies”. La Naturaleza es el factor inalterable en lo que muchas personas sienten ser un mundo hecho por el hombre. La Naturaleza es inevitable. La Naturaleza es el criterio divino de todo mérito y demérito. Mediante los misteriosos procesos de la Naturaleza nacemos; mediante procesos iguales de misteriosos somos preservados y perpetuados por un cierto tiempo; y al final mediante estos mismos procesos misteriosos partimos de este teatro de acción física. En cada pensamiento y acto somos completamente dependientes de la munificencia natural. Los hombres están constantemente construyendo y derrumbando las varias instituciones que juntas constituyen la pompa del imperio; pero todos los hombres, grandes y pequeños, todas las empresas, vastas y humildes, todos los procesos, nobles e innobles, son circunscritos por un vasto diseño natural de cuyas fronteras nunca pueden ni por un instante escapar. 

Cuando el hombre estudia las palabras del hombre, el adquiere un cierto conocimiento de cosas pasajeras. Los libros están llenos de opiniones y muy frecuentemente estas opiniones están limitadas en su utilidad a ciertas generaciones y décadas. La Naturaleza, sin embargo, propone inevitables. El libro de la Naturaleza expone principios inmutables ante los cuales toda ingeniosidad humana ha de hacer reverencia. Los hombres pueden resistir la Naturaleza por un poco tiempo, pero al final la ley natural es siempre victoriosa.

Para el filósofo la Naturaleza es el instrumento de una conspiración benevolente. Todos los innumerables factores que juntos constituyen la difusión de la Naturaleza, son agentes activos del Propósito divino. La Ley Divina y la Mente Divina que soportan la Naturaleza, son los agentes de un propósito todo suficiente. No se ha dispuesto que el hombre entienda este propósito en su totalidad, pero para algunos hombres la magnitud de este Plan es por lo menos tenuemente perceptible. A tales hombres les llamamos sabios, puesto que la sabiduría es en verdad la percepción del plan de Ser. Quien entienda el Plan llega a cierto grado llega estar consciente del Planificador. Como los Hermetistas decían, “Percibimos al trabajador a través de sus obras.” 

Los estudiantes de la filosofía mística nunca estarán sin inspiración suficiente mientras el panorama de la Naturaleza se despliegue en su entorno. Doctrinas falsas aparecerán y desaparecerán, y muchos serán engañados por ellas. Habrán falsos dioses y falsos profetas capturando las mentes de los no informados. Habrán falsos evangelios y falsos libros para descaminar a los crédulos. Esto tiempos mórbidos están llenos de falacias. No obstante, en medio de toda esta confusión, ningún discípulo serio y sincero de las antiguas doctrinas necesita sentir que la búsqueda de la verdad es inútil. La Antigua Sabiduría, aunque tan frecuentemente se pervierte y oscurece, permanece evidente y alcanzable siempre y cuando la Naturaleza persista. La Doctrina Secreta está inscrita en el cielo, los misterios más profundos de la Ley Universal son revelados en la estructura de la hoja, flor y semilla. Un hombre aislado en una isla desierta podría restaurar la Doctrina Secreta de un grano de arena, si poseyese las llaves de lograr este aparente milagro. 

Los egipcios veneraban la Naturaleza en la forma de la diosa Isis. Ellos la representaban ocultada por numerosos velos, su cuerpo adornado con curiosos jeroglíficos. Para los griegos, ella era Kore o Ceres, la madre de los Misterios Eleusinos. Ella era la misteriosa Diana de los Efesios. Para el cristianismo ella es María, la Madre Virgen de la Encarnación Mesiánica. Ella siempre es la fuente de aquel nutrimiento moral mediante el cual el bienestar del alma humana es asegurado. 

Es natural que el hombre pase por alto lo obvio. Los hombres han hecho tantas legislaciones en los últimos miles de años que parecen haber olvidado la inevitabilidad de la ley natural. La civilización, inclinándose hacia el imperio, ha ignorado las leyes que gobiernan la misma tierra de la cual la civilización se ha encabritado. El hombre, el niño, ha olvidado la Naturaleza, la madre (1). Él ha construido una torre de Babel donde el debió haber erigido un templo al Misterio Universal. Con esta construcción el sólo ha logrado una confusión de lenguas, cuando el debió haber alcanzado una concordia universal. 

En una ocasión, Sócrates estaba caminando con algunos discípulos a lo largo de una vía pública muy transitada en Atenas. El viejo filosofo estoico estaba empezando un discurso y uno de sus discípulos, temiendo que la confusión de la calle distrajera a su maestro, le dijo, “Antes de empezar esta enseñanza, busquemos un lugar adecuado para la instrucción”. Instantáneamente Sócrates le respondió, “El lugar donde estas siempre es adecuado para la instrucción”. Este incidente es de gran significación para el buscador de la verdad moderno. En la antigua Atenas varios profesores tenían arboledas y plazas y otros lugares de retiro dentro y alrededor de la ciudad. Platón prefería el Liceo, Aristóteles la pista de carreras en el Gimnasio. Platón siempre enseñaba sentado, Aristóteles mientras caminaba y Diógenes hablaba sólo cuando estaba en su bañera. Sócrates dirigía sus comentarios contra la opinión de que varios lugares tenían virtudes especiales, que los hombres se encontraban más cercanos a Dios o a la Verdad en un lugar que en otro y que sólo se podría hablar de asuntos divinos en santuarios o templos. Para Sócrates la filosofía era tan esencialmente un misterio interno de conciencia, que se le conoce por la declaración: “Doquiera que un hombre desee saber; ese es el lugar propio para su educación; cuando quiera que un hombre desee saber, ese es el tiempo propio para su instrucción.” 

En el mundo moderno, el estudio de los varios departamentos de la Naturaleza se ha convertido en el campo propio de la ciencia. Varias ciencias ‘’exactas’’ han sido establecidas y desarrolladas por medio de las cuales los fenómenos son clasificados y las varias fuerzas operando a través de la Naturaleza son catalogadas y examinadas. La ciencia ha acumulado un vasto cúmulo de conocimiento formal y cualquiera con el deseo de entender las operaciones complicadas del universo material puede realizar su deseo dedicándose a una o más de las ciencias. La astronomía le revelará la mecánica de los cielos. La geología, la formación de la tierra; la antropología, el origen y desarrollo de la raza humana. Ningún filósofo negará la significación del cúmulo de conocimiento amasado por la ciencia. 

La filosofía difiere de la ciencia, sin embargo, mayormente en torno a sus conclusiones que provienen de la masa de conocimiento físico acumulado. LA CIENCIA LEE EL LIBRO DE LA NATURALEZA, PERO NO LO ENTIENDE. Con demasiada frecuencia, profundidad en conocimiento científico inclina al ateísmo o, por lo menos, a un agnosticismo mórbido. La teoría mecanicista de la ciencia, que ve todo el proceso universal como una clase de máquina de movimiento perpetuo, es una explicación completamente insuficiente de la existencia y sus leyes. Si los científicos pudiesen sólo darse cuenta que el conocimiento que ellos han acumulado no está completo por sí solo, sino que depende de las filosofías metafísicas de los antiguos para su interpretación, ellos serían rescatados de las numerosas incertidumbres que actualmente los asaltan. 

El misterio de la divinidad comprende tres otros misterios como aspectos de sí mismo. Dios, como Naturaleza, es visiblemente manifestado a través de una diversidad de fenómenos. Dios, como Pensamiento, esta infinitamente difuminado como la razón en todas las cosas. Dios, como Espíritu, es el poder oculto que sustenta todas las cosas como vida intrínseca. Percibimos a Dios externamente como la Naturaleza, internamente como el Ser, y la misma facultad con la cual percibimos es divina y actúa como mediadora entre sus propios extremos. 

La filosofía no es en sí misma un cúmulo de conocimiento, sino una interpretadora de conocimiento. El conocimiento realmente no es un hecho, filosóficamente hablando, hasta que su relación con el Todo divino haya sido demostrada. Aquello que es percibido por los sentidos es la Naturaleza. La Naturaleza contemplada por la mente revela sus procesos y procedimientos. Éstos, a cambio, comprendidos por el Ser interno, se convierten en sabiduría. 

Ningún verdadero e iluminado sistema de filosofía jamás se alejará de las leyes de la Naturaleza. Los antiguos filósofos describían el vasto cuerpo de la Naturaleza soportado por una intrincada estructura de leyes. En Tíbet, los Lamas dicen que la creación material es sostenida por una base de dos relámpagos cruzados. Estos relámpagos simbolizan las agencias dinámicas del proceso cósmico. Los egipcios consideraban los planetas como Seres divinos, puntos focales de energía cósmica y ley universal. Siguiendo su teoría astrofilosófica, podemos asociar planetas y leyes según el siguiente orden: 

1. Neptuno: Periodicidad. La existencia está dividida en ciclos y subciclos medidos por la recurrencias de ciertos fenómenos celestiales. Neptuno como el planeta con movimiento de menor velocidad y que requiere la mayor cantidad de tiempo para completar su revolución, se convirtió emblemático del estándar de todo retorno cíclico y periódico. Como los antiguos lo expresaban,’’ Todas las cosas tienen principio, sus estados más centrados y final.’’ En la India, los ciclos cósmicos de tiempo en los cuales los mundos, continentes, razas e imperios tienen sus auges y decadencias, son denominados KALPAS y YUGAS. Por los griegos son llamados Edades. Todo el proceso creativo es soportado por un armazón de tiempo y factores de duración inconcebibles. 

2. Urano: Alternación. A través de todo el procedimiento universal la ley de alternación está constantemente actuando. Todas las naturalezas pasan de un extremo a otro y en el transcurso de esta oscilación semejante a la de un péndulo, pasan por numerosas complejidades de experiencias. Mediante la alternación de los polos de la tierra, todas las partes de la superficie de este planeta está pasando por una constante modificación climática. Por medio de la alternación de sexo en la reencarnación, el alma humana se balancea gradualmente de un ciclo de experiencia a otro. Cada condición que surge en la sociedad engendra su opuesto. Cada intemperancia inclina hacia una opuesta intemperancia. La existencia es un péndulo siempre oscilante balanceándose con el flujo y reflujo de la marea cósmica. 

3. Saturno: Causa y Efecto. En los Misterios, Cronos o Saturno era considerado el más cruel e implacable de las divinidades, devorador de sus propios hijos. El representa la inmutabilidad del plan cósmico y de ninguna manera es esta inmutabilidad más evidente que en la ley de causa y efecto, de la cual no puede haber ninguna clase de desviación – una ley sin excepción, compromiso o modificación. “Todo lo que el hombre siembre, eso segara”, dicen las escrituras cristianas. “El efecto sigue la causa como la rueda del carro sigue las pezuñas del buey”, dicen los Cánones del Budismo. Sin embargo, esta ley aunque aparenta ser tan severa, es en verdad la más bondadosa y justa de los edictos, puesto que asegura que el bien, así como el mal, que el hombre se gane, inevitablemente vendrá hacia él. 

4. Júpiter: Evolución. La ley de la evolución puede ser definida como la expansión de naturalezas desde su interior hacia lo externo. Júpiter era el dios del crecimiento y la expansión. La evolución es despliegue. Es la externalización de divinidad interna. Es Dios creciendo a través de formas y causando que estas formas incrementen sus propias dimensiones con el fin de que sean adecuadas para la verdad creciendo dentro de ellas. Cada forma en la naturaleza está evolucionando y mediante la evolución, está retornando otra vez a su propia fuente – la infinita perfección dentro de la cual fue originalmente individualizada. La evolución es el proceso de convertirse cada vez más suficiente a la necesidad de esa energía que reside dentro de la forma en evolución. 

5. Marte: Karma. La ley del Karma en algunos aspectos ha de ser diferenciada de Causa y Efecto. Causa y Efecto de la manera que es gobernada por Saturno, es enteramente impersonal, es decir, transciende el valor moral. Karma, o la ley de compensación, es Causa y Efecto directamente aplicada al hombre o a un agente moral auto motivante. El Karma se manifiesta con el desarrollo de la mente consciente. La Naturaleza nunca elige hacer el mal porque está completamente regida por ley. El hombre poseyendo el poder de elegir aquello que es incorrecto, de ese modo crea Karma que toma la forma de Causa y Efecto como un medio de castigo o retribución. Por consiguiente, Marte se convierte en el demonio, castigando las fechorías. La ley de Causa y Efecto de Saturno no infiere ningún elemento de castigo, mera- mente el inevitable flujo y reflujo. 

6. Sol: Reencarnación. El nacimiento anual del Sol, su muerte y resurrección, lo convierte en el símbolo propio del Ego luminoso del hombre que migra de cuerpo a cuerpo en el misterio de la Reencarnación. El Renacer es la ley de la evolución aplicada al Ser dentro del hombre, que, sobreviviendo la desintegración de la forma física, construye mansiones más nobles y continua viviendo a lo largo de las edades en nuevos cuerpos adecuados a sus necesidades. 

7. Venus: Armonía y Ritmo. La Naturaleza, en el logro de sus fines inevitables, se mueve gloriosa y directamente, nunca por un momento se desvía de la certeza de su curso. Las causas fluyen hacia sus efectos con majestuosidad y belleza, y todos los procesos de la Naturaleza poseen gracia y ritmo armonioso. Los antiguos, por consiguiente, declararon que la manera de la Naturaleza es el estándar absoluto de la belleza, todas las criaturas deberían cultivar armonía y ritmo como atributos de la naturaleza divina. 

8. Mercurio: Equilibrio. En los antiguos libros de los Cabalistas, está escrito que todas las fuerzas desequilibradas perecen en la Vacuidad. El desequilibrio conduce a la destrucción. El equilibrio o aplomo conserva recursos y logra permanencia. Mercurio como la mente es el reconciliador de opuestos. Aquel que logra el balance, logra el poder. El equilibrio es la base inamovible sobre la cual construir una estructura perdurable de pensamiento y acción. Todos los extremos han de ser superados. El equilibrio es la inmortalidad. 

9. La Luna: Generación. Todos los egos entrando en el universo físico han de obedecer la ley de generación. Todas las formas materiales son creadas según los patrones y principios peculiares a lo que Platón le denominó la esfera generativa. En esta etapa de la evolución la ley de generación infiere que todos los cuerpos han de ser construidos según una ley o patrón. Esta es la célebre Cuadragésima Séptima Proposición de Euclides. El hombre en sí, llamado en la China la criatura del cielo y la tierra, es la progenie del primer par de opuestos – el espíritu y la materia.

10. La Tierra: En las antiguas filosofías la tierra no tenía ley peculiar pero era el laboratorio en el cual las nueve leyes se manifestaban en infinitas combinaciones. El universo material es verdaderamente la encarnación de la ley. Las leyes de la Naturaleza son los impulsos residentes en el intelecto Divino manifestándose como los movedores de átomos y constructores de mundos. Cuando el estudiante comprenda el significado místico de estas leyes, el habrá establecido su filosofía sobra una base permanente y suficiente. 

Suyo muy sinceramente,

*

Traducción por: Damian Baladeva

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