TERCERA PARTE
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL BUDDHA
1. No matarás. En la Naturaleza la vida es sagrada. Matar es aceptar el Karma por
haber impedido a una vida su ascenso a lo eterno. Matar es obstaculizar una
oportunidad de crecimiento, y el que impide a un alma su marcha hacia la eternidad es
el más grande de los pecadores. La vida del buddhista es inofensiva. No solamente
habrá de abstenerse de matar los cuerpos, sino que habrá de cuidarse mucho de matar
las esperanzas del hombre, y mucho menos aún un ideal o una virtud, por descuido o
falta de consideración. Para las vidas de los reinos inferiores - animales, plantas y
minerales - también demostrará amor y afecto. Y a medida que avance en el sendero, no
deberá matar nada del todo, sino que vivirá de los frutos de las cosas y aún eso, a partir
del instante de su madurez, el punto a partir del cual caerán por su propio proceso.
2. No robarás. El buddhista no desea lo que a otros pertenezca, y el crimen consiste no
solamente en tomarlo sino ya en desearlo. El verdadero buddhista considera pecado aún
el hurtar al que mucho tiene, pues ello evidencia la presencia del demonio del deseo,
que es el más terrible de todos los pecados. Y no solamente el buddhista habrá de
respetar las pertenencias materiales de su prójimo, sino que no habrá de menoscabar su
honor, sus esperanzas o cualquier otra posesión moral, ni codiciar el corazón, la mente o
el alma de ninguna cosa, ni se apodera de animal, planta u otro ser vivo alguno.
3. No cometerás adulterio. Aquí aparece nuevamente el deseo, incluido entre los
grandes pecados. También aquí el buddhista hace resaltar el hecho de que el pecado ya
cometido en la mente es más grave que la ofensa realizada en el cuerpo, y el deseo de
pecar es una verificación de las enseñanzas del Gran Buddha de que el deseo es el
origen del pecado.
4. No mentirás. Para la laicidad buddhista no debe haber falsedad. Se enseña a los
buddhistas que la mentira aparece en la Naturaleza como un espíritu maligno, en la
que lucha con la realidad del incidente o condición, y es un pecado que haya guerra en
todas partes, y que uno que miente asalte la realidad y coloque obstáculos en el sendero
de otras almas.
5. El buddhista no ingerirá bebidas alcohólicas. Se dice que el alcohol derrota al
hombre y lo entrega a sus enemigos: los deseos; por eso, no ingerirá nada que pueda
dificultar su autocontrol ante ellos. Su bebida será el agua y su alimento lo más sencillo
posible, porque la sencillez es signo de sabiduría, mientras que la complicación lo es de
ignorancia.
6. El buddhista sólo comerá en los momentos establecidos. Él controlará su vida y
elegirá ciertos períodos para todos los hábitos de Su vida diaria. Se fija ciertos períodos
y obligación demuestra su dominio de si cumpliéndolos inexorablemente. Cuando se
desvía de ellos, se pone en evidencia que lo ataca nuevamente su enemigo: el deseo. El
hombre corriente, bajo condiciones normales, sólo se compromete a guardar los cinco
primeros preceptos. El resto es seguido por los monjes, los aspirantes y discípulos y
todos aquéllos que han asumido la responsabilidad del desarrollo y se preparan para el
sagrado Sendero del Medio.
7. El buddhista no se adornará, ni usará costosas vestimentas, perfumes, ni se
engalanará con flores o cosas análogas. Esta observancia le obliga a no glorificar su
personalidad ni a buscar más adorno que su virtud, que es el adorno perfecto y la
perfecta joya, y sólo tratará de adornar y glorificar su espíritu. Preservará y cuidará su
cuerpo, pero nunca habrá de exaltarlo más allá de su condición humana.
8. El buddhista nunca se sentará en un sitial elevado. Siempre será humilde,
comprendiendo que tan sólo en la humildad hay seguridad para las cosas del espíritu. Reconoce al egoísmo como el enemigo mortal del crecimiento espiritual y que el
orgullo precede a toda caída. Sólo al perfecto Buddha le corresponde un trono; todos los
demás han de prosternarse a sus pies. Tan sólo la perfecta justicia puede ser exaltada a
todos los rumbos.
9. El buddhista no participará de diversiones mundanas. No concurrirá a presenciar
aquello que excite sus sentidos o que tienda a rodearlo de un ambiente materialista,
porque la seducción de la mundanalidad es capaz de hacerle olvidar su falsedad e
irrealidad. Deberá permanecer solo y sereno, meditando en cosas elevadas, libre de los
enredos de los sentidos.
10. El buddhista no tendrá ni aceptará posesiones. El aspirante busca liberarse de las
posesiones y tan sólo valorizará la posesión de la sabiduría, por eso lucha contra la
tendencia a agregar a aquello de que trata de separarse.
*
Manly Hall – Las Enseñanzas del Glorioso Buddha
No hay comentarios:
Publicar un comentario